Si uno quiere empezar bien el día, lo mejor es no leer las noticias. Elon Musk, el hombre que vendía el futuro en cómodos plazos, se enfrenta ahora a la triste realidad: Tesla cae, X (antes Twitter) se tambalea, y su imagen de genio visionario empieza a flaquear. ¿Quién lo iba a decir? vino
Mientras tanto, en el mundo real, donde la gente aún se moja cuando llueve, las inundaciones han vuelto a demostrar que, efectivamente, el agua tiene la mala costumbre de ir hacia abajo y entrar en casas y calles. Luego vendrán los políticos, con sus promesas impermeables, a explicarnos que esto no se podía prever. Como si el cambio climático fuera una ocurrencia de última hora.
Pero dejemos las desgracias naturales para otro momento. Porque lo que realmente importa, lo que mantiene a la humanidad pegada a las pantallas, no es ni el desplome de la bolsa ni la subida del nivel del mar. Es el fútbol. Y ahora mismo, el gran tema de debate es si el último partido de turno fue un robo, un escándalo, o simplemente un ejercicio más de teatro contemporáneo con césped.
Entre barullos de VAR, lloros de entrenadores y debates sobre si un jugador de 20 años es una leyenda o una estafa, la vida sigue. Porque claro, el fútbol es lo único que da sentido a la existencia para algunos. Que el pan esté caro y los sueldos sigan en los huesos, bueno, eso no es tan preocupante como que a tu equipo le piten un penalti injusto.
Quizá sea el momento de un ejercicio revolucionario. Podemos apagar la pantalla, dejar el móvil boca abajo y redescubrir el mundo analógico. Algo radical, como jugar una partida de mus, o abrir una botella de buen vino. Hablar con los amigos sin la necesidad de transmitir cada frase en tiempo real por WhatsApp. ¿Imaginan la osadía? Disfrutar de una conversación sin interrupciones de notificaciones, sin el algoritmo decidiendo qué nos tiene que indignar hoy. Un plan subversivo, casi utópico. vino
Mientras algunos ven hundirse su imperio tecnológico y otros celebran victorias o lloran derrotas deportivas, hay una verdad inmutable: la vida es mucho mejor cuando la compartes con un buen vino en la mano y una buena charla sin filtros. Así que, la próxima vez que el telediario te arruine el almuerzo, apaga la pantalla, descorcha una botella y bríndale a la cordura, que falta hace.