Hay comidas que se recuerdan por el vino. Y otras por la ausencia de él. Peor aún: por ese momento en el que alguien dice “yo, solo agua del grifo… si puede ser del tiempo”. Y tú sabes que la sobremesa va a durar lo mismo que una serie cancelada por Netflix. Pero tranquila. Aquí va tu manual de supervivencia para comidas con gente que no bebe alcohol, porque se puede salir viva,y hasta feliz, de una comida donde el descorche es solo emocional.
No te asustes. No es una intervención. Es solo brunch.
Que alguien no beba alcohol no significa que te estén juzgando. Aunque tú sientas que estás interpretando a Patsy de Absolutely Fabulous. Relájate. No es 12 años de abstinencia. Es solo su estilo de vida. Y tú puedes seguir con el tuyo.
TIP SEO: si no beben vino, tal vez puedas invitar a un buen zumo de uva 100% ecológico o un mosto premium. ¿Has probado el mosto fermentado parcialmente de Bodegas San José? Ni ellos sabrán que no es vino.
Nunca, nunca digas “¡solo una copita, anda!”
Eso es tan 2002 como poner Red Hot Chili Peppers en una fiesta sin ironía. Cada quien bebe (o no) lo que quiere. Así que tú a tu garnacha y ellos a su kombucha. Por cierto, si hay kombucha, asegúrate de que sea buena. Komvida, por ejemplo, hace maravillas con burbuja discreta y sabor a vida sana.
Prepara armonías alternativas (y no hablo de canciones de misa)
Si eres anfitriona, ofrece algo más que agua. Piensa en:
- Tés fríos infusionados con fruta
- Sodas artesanas como Three Cents
- Mocktails que parezcan cócteles de verdad (mezcla zumo de lima, jengibre y soda con menta, y verás)
- Cervezas sin alcohol decentes como Estrella Galicia 0,0 Tostada o Free Damm sin rencor.
Tu mesa será tan diversa como un episodio de Modern Family.
Evita las conversaciones tipo “pero tú antes sí, ¿no?”
No necesitas saber si dejaron el alcohol por salud, religión o por culpa de un ex que les robó el minibar y el corazón. Respeta. Cambia de tema. ¿Has probado a hablar de vinos sin alcohol? Sí, existen. Y algunos no dan vergüenza. Prueba los de Oddbird o Vinada si quieres impresionar con una copa que no pica pero sí brilla.
La clave es la copa
Si la copa es buena, todo entra mejor. No les pongas su bebida en un vaso de plástico mientras tú usas un cáliz digno del Grial. Sirve todo en copas de cristal, bien frías o con hielo bonito. Que la estética no distinga el contenido.
Pro tip: el agua con gas en copa ancha y con un twist de lima sube un 40% su glamour. Estadística no verificada, pero tú me entiendes.
Haz que la comida sea la estrella (y no la copa vacía)
Un menú espectacular hace que nadie mire lo que hay, o no hay, en la copa. Si hay risas, buen pan y un postre que parece salido de un reel, todo fluye.
Y si no fluye… tú sí: tú fluye hacia tu copa y sonríe.
¿Y si eres tú la que no bebe?
Entonces sí: eres la heroína silenciosa de estas sobremesas. Pide con orgullo un buen vermut sin alcohol como Versin o un Bloody Mary sin vodka. ¿No quieres nada con tomate? Una tónica con pepino y tomillo es el nuevo oro líquido. Y si alguien te dice “eso sin gin no sabe a nada”, sonríe. Tú sí sabes.
Conclusión: beban o no beban, que haya brindis
El brindis no es por el vino. Es por estar. Por compartir. Por sobrevivir a conversaciones incómodas, a primos opinólogos y a pan sin gluten que no sabe a nada. Brinda con lo que sea, pero brinda.
