Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, pero a Los Vengadores les salió redondo el Endgame. A nosotros nos han quedado dos protagonistas con final feliz. Tras el primer capítulo de nuestros destacados tradicionales, nos metemos ahora en un remake más cristalino: ginebra y vodka. Dos destilados que han dado mucho juego en la historia, en el minibar del hotel y en más de una película de espías.
Aquí van los destilados de esta segunda parte:
Ginebra: el regreso triunfal de la diva botánica
La ginebra es como esa actriz que brillaba en el NO-DO. Se retiró sin hacer ruido y ahora vuelve arrasando en festivales indie. Nació en los Países Bajos con nombre de jenever, se hizo famosa en los clubs británicos de la era victoriana y, tras una temporada encasillada en el papel de “gin-tonic de toda la vida”, ha vuelto con fuerza y nuevos botánicos.
Su base sigue siendo un alcohol neutro de cereal, pero la magia está en la botica: enebro —si no lo lleva, no es gin—, pieles de cítricos, raíces aromáticas, especias exóticas. Ese perfil seco, herbal y con carácter la convirtió en imprescindible de cócteles eternos como el Negroni o el Martini. Aunque, seamos sinceros, a James Bond le gustaba más remover el guion que agitar la copa.
A principios del siglo XXI, cuando todos pensaban que la ginebra ya había dicho todo lo que tenía que decir, volvió como si fuera Twin Peaks: The Return. Pequeñas destilerías, ediciones limitadas, botánicos locales y etiquetas que parecen diseñadas por artistas. Nació el gin de autor. Y claro, los concursos internacionales como The Gin Masters se rindieron al nuevo talento.
Una estrella consagrada del repertorio es The Botanical’s, destilada en Langley (Reino Unido), donde tradición y elegancia siguen funcionando como pareja de baile. Más lejos, en Japón, 135º East Gin mezcla clasicismo occidental con una pizca de sake destilado y pimienta sansho. Resultado: una ginebra que es puro Kurosawa con hielo.
¿Estilos? El London Dry manda con el enebro al frente. Los New Western prefieren flores, frutas y giros inesperados. Pero todos comparten una regla de oro: equilibrio botánico. En 2023, la ginebra más premiada en San Francisco fue artesanal, compleja e innovadora. Porque sí, se puede ser clásico y seguir marcando tendencia.
Vodka: del silencio aromático al destilado con voz propia
Durante años, el vodka fue como ese personaje secundario que no dice ni una palabra pero siempre está en todas las escenas. Silencioso, neutro, frío como un ex en una boda. Nacido en las heladas tierras de Rusia y Polonia, se elaboraba con trigo, centeno o patata, y se filtraba tanto que ni un secreto de Estado se escapaba.
Pero algo ha cambiado. El vodka ha decidido hablar. Y cuando lo hace, suena limpio, elegante y cada vez más premium. Ya no es solo volumen y fiesta universitaria. Ahora presume de terroir, ingredientes orgánicos y destilerías boutique que filtran con diamantes, cuarzo o carbón activado. Sí, como si se tratara de una joya líquida.
Ejemplo de esta evolución: el Virtuous Vodka Rye de Suecia, que en la IWSC 2023 se llevó todos los aplausos gracias a su pureza de centeno y equilibrio. Y Ramsbury Single Estate (Reino Unido), que triunfó en San Francisco como Best Overall Vodka con su 43% de alcohol y su textura cremosa.
Antes se decía que el vodka era “olor a nada, sabor a nada”, pero hoy los catadores buscan lo contrario: suavidad, matices minerales, dulzor natural. Ya no es un fondo neutro, es el protagonista de cócteles con historia: Espresso Martini, Bloody Mary, Moscow Mule… o simplemente solo, muy frío, como lo tomaría un villano de Misión Imposible antes de apretar el botón rojo.
Y sí, se puede comparar con su primo asiático, el soju, aunque el vodka es más potente y menos dulzón. Ambos tienen algo en común: caben en cualquier historia. Como buenos actores de reparto, elevan la escena sin robar cámara… o a veces sí.
En definitiva, ya sea en copa balón con hielo y romero o en vaso escarchado directo del congelador, estos destilados han dejado de ser secundarios para convertirse en protagonistas de barra y conversación. Ginebra y vodka, clásicos reinventados, siguen demostrando que la alquimia líquida tiene mucho que decir. Y si alguien duda, que levante su copa.