Desde las entrañas de Torreperogil, un pueblo de Jaén de unos 7.100 habitantes, citada por Antonio Machado en “Campos de Castilla”: “A dos leguas de Úbeda, la Torre de Pero Gil, bajo este sol de fuego, triste burgo de España. El coche rueda entre grises olivos polvorientos. Allá, el castillo heroico. En la plaza, mendigos y chicuelos: una orgía de harapos”. El tiempo ha pasado y Torreperogil ya no es ese burgo triste. Ahora es una ciudad llena de vida, donde hay de todo. Desde un festival de música (“Un Mar de Música”, con 22 ediciones en su haber con el reconocimiento de la crítica y el público, hasta un vermut llamado Papatán, hecho por amor a la tierra y a los ancestros.
Gran parte de la culpa de la dinamización de Torreperogil, la tiene Antonio Caballero, profesor de universidad y enamorado de su pueblo por encima de todo. Él es el artífice de ambos logros.
Pero vamos con el vermut: Papatán, es el resultado de la curiosidad, del amor y, sobre todo, del altruismo que lleva a alguien como Antonio a embarcarse en este proyecto, con el objetivo de hacer algo para que sus convecinos tengan un nicho más de mercado en su pueblo. Hacer del vermut otro producto más a valorar en la zona, como el vino o el aceite de oliva.
La historia comenzó por su curiosidad sobre la elaboración del vermut. Por un tiempo el proyecto quedó aparcado, hasta que viviendo en Sevilla, con algo más de tiempo libre y añorando el contacto con el campo y la naturaleza, decide ponerse manos a la obra. Primero, se documenta, estudia y ve cómo y porqué se hace el vermut. Monta un pequeño laboratorio casero, donde su mujer aguantaba estoicamente los olores de las esencias de las hierbas que empleaba para las mezclas. Antonio no tenía ninguna tradición en su familia con respecto al vermut, ni siquiera con el vino. Uno de sus abuelos tuvo una vaquería, pero no le dio por hacer quesos…
Cató todos los vermuts que caían en sus manos, tanto nacionales como extranjeros, sobre todo los italianos. Ahí se da cuenta que ese va a ser el camino, un vermut más amargo, más estilo italiano. Se centró en hacer un vermut semidulce.
Su elaboración con botánicos elegidos del campo de Torreperogil. Tiene 20 botánicos, entre los que destacan el hinojo, el romero, el eucalipto …. Se maceran en frío lentamente. Sin potenciadores de sabor. Elaboración artesanal, muy cuidada y franca.
Antes de hablar de la cata en sí, dejadme que os cuente de donde viene el nombre del vermut: A su abuelo Sebastián, ese que fue vaquero, le llamaban cariñosamente Papatán. Y Antonio quiso así hacerle un homenaje. Papatán, hombre curtido en labores del campo y la ganadería, querido y admirado por todos, se iba a inmortalizar en las botellas de vermut.
Hacemos la cata. El color, unas tonalidades ambarinas amarillentas, sorprende en un vermut blanco. Estamos acostumbrados a colores más pálidos. Los aromas envolventes, intensos, esas notas de hinojo y eucalipto, que le confieren frescor en nariz, de romero, tomillo…, de campo andaluz, de campo de Torreperogil. Antonio, cuando creo Papatán, quería que la nariz, recordara al serón del mulo de su abuelo, que se llamaba Comisario. Ese serón olía a campo, olía a la mezcolanza del esparto con las uvas, a frutas frescas e incluso a algo lácteo. La boca es fresca, untuosa, con un retrogusto largo e intenso, con un amargor final agradable, donde sobresalen los botánicos sobre los cítricos.
En fin, es muy diferente, es una elaboración que sorprende, que no deja indiferente a nadie.
En su corta vida ha cosechado ya varios galardones. Entre ellos: Medalla de Oro en
Catavinum Wolrd Wine & Spirits Competition Spain 2024, Medalla de Plata en CINVE Awards 2024, Medalla de oro en Taste Wine Up 2024. El proyecto ha recibido sellos de calidad como: Top 50 Emprendemos 2024, Degusta Jaén Calidad y Premios Emprendedores Rurales 2024 Caixabank Tierra de Oportunidades.
Patatán pertenece a la Asociación de Vermuts Artesanos de España. Esta de reciente creación, de la que estoy segura será un referente en un futuro no muy lejano.
Animaros a probarlo, son creaciones únicas. Son vermuts para degustar, para deleitar los sentidos. Son la verdadera esencia del mundo del vermut, donde hay pocas reglas y la imaginación puede volar a capricho. Aún queda mucho por descubrir.