¿Quién no ha empezado a disfrutar del vino a través de los vinos dulce?. Los secos nos eran complicados,  pero ahora nos encantan. Esto refleja una verdad sobre el paladar: evoluciona.

Sin embargo, la industria del vino parece estar en una carrera desesperada por conquistar a la Generación Z, con un miedo latente: ¿y que pasará si estos jóvenes no cambian sus hard seltzers por una copa de vino?

Las alarmas han sonado y el pánico ha llevado a recomendaciones… poco acertadas. Se ha afirmado que las latas son el futuro del vino. Además, en un seminario del Wine Market Council sugirieron que las tiendas animen a sus clientes a preparar cócteles con vinos fortificados y afrutados. ¿Es este el camino para salvar al vino?

Los medios gastronómicos hablan de los vinos naturales como el futuro, con uvas híbridas y frutas exóticas que parecen sacadas de una película indie. Y aunque suene exótico, las ventas de estos vinos son más una tendencia hipster que un fenómeno masivo.

Sí, los hábitos de consumo de alcohol están cambiando. Las ventas de vino se han estancado, y no todas las bodegas sobrevivirán a esta transformación. Pero el enfoque es más simple de lo que parece: haz buen vino y no lo cobres a precios ridículos. El resto son distracciones.

La clave es no perder la cabeza ante las modas. ¿Quieres un ejemplo? El whisky. En los 80, el Bourbon casi desaparece. Los destiladores bromeaban diciendo que cada coche fúnebre representaba un cliente menos. Pero hoy, el Bourbon vive un renacimiento brutal, y su mercado es incluso más saludable que el del vino. La razón: decidieron hacer buen whisky.

El Wine Market Council recientemente siguió a un pequeño grupo de jóvenes de la Generación Z para entender cómo compran vino. Aunque la muestra fue minúscula (54 personas), reveló algo claro: como todas las generaciones anteriores, no están listos para beber mucho a los 20 años. Pero tampoco hay razón para pensar que no lo harán más adelante. Recordemos que los millennials, que hace no tanto parecían una amenaza para la industria, ahora consumen más vino que la Generación X.

Las grandes marcas ya están cubriendo las necesidades de la Generación Z. Gallo, que solía ser solo una bodega de vinos, ahora es famosa por sus cócteles en lata, High Noon. Constellation Brands ha apostado fuerte por la cerveza mexicana, y Stella Rosa se ha vuelto un fenómeno entre los jóvenes con sus vinos afrutados de bajo contenido alcohólico.

Los consumidores llegarán cuando tengan más de 30, si las bodegas logran sobrevivir hasta entonces. No es el momento de hacer experimentos ni de gastar en vinos de baja calidad solo para producir más. Es mejor mantenerse fiel al buen vino. Las modas pasan: el Moscato fue un hit ayer, el rosado estuvo de moda todo el año pasado y ahora es el turno del vino naranja. Pero al final, lo que queda es el vino de calidad.

Es probable que el vino natural no sea solo una tendencia. Está mejorando y los consumidores están exigiendo más calidad. Pero, seamos honestos, no es tan popular entre los jóvenes como los medios gastronómicos quieren hacernos creer.

Algo que sí está ocurriendo es un aumento en la preferencia por el vino blanco sobre el tinto. Esto tiene dos explicaciones: nuestra dieta ha cambiado, de carnes y guarniciones pesadas a platos más ligeros como ensaladas, pasta y bowls. Además, el cambio climático nos está regalando más noches cálidas, perfectas para una copa de vino blanco bien frío.

También es importante reconocer que no siempre está vinculado a la comida. Cada vez más personas lo disfrutan para relajarse, lo que afecta los tipos de vino que prefieren. Los vinos con mucha acidez, que son perfectos para acompañar una comida, no son los favoritos en un club de lectura.

En los próximos 10 años, habrá menos bodegas de las que existen hoy. Pero las que sobrevivan no lo harán vendiendo vinos de moda o en cartones reciclables. Lo harán porque produjeron buen vino, a un precio justo. Al final, eso es lo que realmente importa.