Todos hemos dicho alguna vez “yo controlo”, justo antes de incendiar una sartén o carbonizar una tortilla. La cocina no perdona, pero tiene arreglo. Aquí van los errores más típicos… y cómo salvar la cena con dignidad.
Poner el fuego al máximo “para que vaya más rápido”
Spoiler: no va más rápido, solo más quemado. El truco: piensa como en una buena peli de suspense. El fuego lento crea tensión, emoción… y sabor. Si se te pasa, raspa con mimo, no con furia, y disimula con un poco de salsa de soja o tomate. El toque “ahumado” está de moda.
Creer que el espagueti pegado a la pared indica si está al dente
No, no es una prueba científica. Es decoración italiana de dudoso gusto. El truco: muérdelo. Si ofrece resistencia, pero no cruje, está perfecto. Si se pega a la pared, limpia antes de que se entere alguien. Y si se pasa, salta al plan B: rebautízalo como “pasta cremosa” y añade queso.
“Se me ha ido la sal”
Se te fue, sí. Pero tiene remedio. El truco: mete una patata pelada en el guiso. Absorbe el exceso de sal (aunque no los remordimientos). Y si no basta, añade leche, tomate o vino blanco. O di que era receta marinera “intensa”. Funciona. errores comunes en la cocina
Darle la vuelta a la tortilla con fe, pero sin plato
Fe sin logística: clásico. El truco: usa un plato del tamaño justo, reza a Santa Julia Child y, si se cae, finge que era “tortilla deconstruida”. Nadie sospechará nada si sirves con convicción.
La carne que se te pasa (otra vez)
El truco: saca la carne del fuego antes de tiempo. Sigue cocinándose fuera, aunque parezca tímida. Si ya está seca, báñala en mantequilla derretida o vino. O córtala fina y di que era “tagliata”. Voilà. errores comunes en la cocina
Echar el aliño antes de tiempo
Tu ensalada no es una esponja. El truco: aliña justo antes de servir. Si ya parece hierba del campo en agosto, añade queso y frutos secos. El contraste lo disimula todo.
No leer la receta entera
Leer la receta después de meter el bizcocho al horno es como abrir el examen cuando ya lo entregaste. El truco: lee todo primero, aunque te creas improvisador nato. Así evitarás descubrir que necesitabas mantequilla a temperatura ambiente cuando ya la tienes dura como el mármol.
No dejar reposar
El reposo no es pereza, es alquimia. Truco: deja que la comida respire. El risotto, la carne, el bizcocho… todo mejora con calma. Mientras tanto, brinda. Todo sabe mejor con vino (o con lo que haya).
Limpiar “luego”
El “luego” no existe. El truco: limpia mientras cocinas. Un buen chef se mide por su encimera, no por su caos. Además, el vino se disfruta más sin montañas de platos esperándote en el fregadero.
No brindar mientras cocinas
Grave error. Cocinar sin vino es como ver Ratatouille sin música francesa. Brinda por tus fallos, por tus aciertos y por el milagro de que la pasta no se haya pegado esta vez.
La cocina, como la vida, va de improvisar con estilo. Si algo sale mal, échale humor, un poco de vino y una historia divertida. Al final, lo importante no es la perfección, sino que huela bien y te rías en el intento.




