Hay veranos que huelen a albahaca fresca, a copa bien fría y a brisa en terrazas con sombra. Y luego está este. Caluroso, sí. Apasionante, también. Porque quien sabe comer y beber bien en julio, sabe vivir el verano como se merece. Con ventilador en una mano, algo gourmet, y cero intención de sufrir más de lo necesario.
Comer y beber con más de 35 grados no es locura: es arte. Un arte que se ejecuta con platos que no te abrazan demasiado, vinos que no requieren gafas de sol y planes que empiezan por huir del sol y acaban en brindis.
Este es tu mapa del tesoro: vinos frescos y distintos, platos reales y sabrosos, e ideas para esconderte con estilo hasta que bajen las temperaturas o los dramas (lo que ocurra antes).
Saca la copa. Y el abanico.
Vinos que refrescan sin pedir permiso
Olvida el tinto de sobremesa que te mira desde la estantería con ojos de chaqueta de pana. Esto es una ola de calor, no una tesis doctoral. Aquí lo que necesitas es un vino que te salve, no que te explique cosas.
Primera propuesta: “Biodiverso” de Bodega Altolandon (Manchuela). Un blanco elaborado en tinaja de barro y criado durante 2 años bajo velo Flor. Fresco y diferente, como una siesta con el móvil apagado.
Listán Blanco de Viñátigo (Tenerife). Mineral, salino, puro volcán que te ventila por dentro. Perfecto para beber escuchando “Stoned at the Nail Salon” de Lorde con la persiana a medio bajar.
¿Y burbujas? Ve directo a “Carriel dels Vilars Blanc Petillant”, espumoso natural del Alt Empordà,. Salvaje, ligero y sin maquillaje. Ideal para brindar cuando no hay nada que celebrar.
Platos que no funden la autoestima
Julio no está para pruebas. Lo que necesitas son platos sabrosos y con alma. Cosas que puedas comer sin que el tenedor te dé pena.
Recomendación top: almejas al ajillo. La sirven en Amares Playa (la playa de La Barrosa), con vistas al mar y banda sonora de Rosalía modo acústico. Refrescante, salada, crujiente. Como una buena indirecta.
En Umiko (Madrid), puedes probar un curry de atún que parece diseñado por el departamento de I+D de las olas. Ligero, picante, exacto.
Y para casa: Cuando el calor asfixia y cocinar se convierte en un acto de heroísmo absurdo, necesitas recetas frescas que no te humillen. Prueba un cargamento de ceviche de coco y langostinos, como el que enseñan en TikTok o youtobe: leche de coco, lima, un toque de curry y gambas frescas marinas. Otra opción gourmet: gazpacho de cereza con queso feta que combina dulzor, cremosidad y salinidad para un resultado sofisticado
Series y películas para enfriar el alma
Si no puedes salir de casa, entra en otra historia.
- “Moonlight” para beber blanco con hielo y llorar bonito.
- “The Bear” para reconciliarte con la cocina y el caos.
- “Paterson” para beber cerveza fría y escribir poesía mental desde el sofá.
- “Todo sobre mi madre” para abrir una botella de listán blanco y sentir que Almodóvar tiene razón en todo.
Si el verano te ha dejado sin energía y con el ventilador girando como el argumento de tu vida, recuerda:
La supervivencia también puede tener sabor.
No hace falta estar bien para comer bien.
Solo necesitas un vino honesto, una receta que no abrace demasiado y un sitio con sombra que no exija conversación.
Y si todo falla:
Una copa, una película, y una canción que te salve.
Aunque solo sea por 45 minutos.