Este verano, olvida el helado de stracciatella de la playa y hasta el sorbete de limón del chiringuito. Si quieres sorprender (y sorprenderte), hay que ir más allá. O mejor dicho, más adentro: hasta la Tierra de Campos, en Valladolid, donde Granja Cantagrullas y su queso azul Masiega se convierten en el alma de un helado que cambia las reglas del postre.
Pero ojo: Cantagrullas no se pone a batir helados en su quesería. Esta delicia surge de una alianza inesperada: Quesería Cultivo y La Ibense Funderele, heladeros con generaciones de experiencia, se unen a María José y José Luis de Funderele para dar vida a un helado que es mitad queso, mitad verano. Resultado: un helado de queso de verdad, con carácter, pero sedoso y fresco, listo para conquistar sobremesas y terrazas.
El protagonista es el queso azul Masiega de Cantagrullas, un queso intenso pero equilibrado, que en helado se vuelve más juguetón: cremoso, ligeramente salino y con ese toque que pide una copa de espumoso o un vino dulce para hacerle coro. Pura armonía para quienes piensan que el postre también puede ser atrevido.
No es un helado para comer de fondo viendo cualquier serie. Es un helado para sacar conversación en la mesa, mientras decides si combina mejor con Bowie, Rosalía o un capítulo de Chef’s Table. Se vende en Quesería Cultivo y tiendas gourmet seleccionadas, y la producción es limitada. Así que, como en todo lo bueno del verano, o corres… o te quedas con la foto en Instagram.
Marida bien con frutas frescas (higos, sandía o melocotones), con un vino tinto o un Oporto. Porque aquí no hay normas: solo ganas de probar algo que no existía en tu radar.
Estos helados no son un capricho de moda. Son una forma de disfrutar el queso de un modo distinto, sin traicionar su esencia. Y sí, saben a campo, a leche de verdad y a sobremesas largas que duran más que cualquier reel.