El vino, amigos, es máscara y es verdad. Se alza en la copa como un arlequín de rubí o ámbar, juega a disfrazarse de noble y de plebeyo, pero en el fondo es lo que es: la alegría líquida del pueblo. Y como estamos en Carnaval, hablemos de los vinos que se visten de fiesta sin atracar la cartera.
Para empezar, un tinto que ríe con carcajada de murga: Ultreia Saint Jacques, de Raúl Pérez. Pura jarana, frutal y descarado, como una chirigota en plena Plaza Nueva. Lo sirves y suena un pasodoble en la memoria, con esa frescura que te hace creer que aún tienes veinte años. Perfecto para acompañar un queso Payoyo de cabra curado, y a un precio que invita a repetir.
Sigamos con un blanco, que el Carnaval es de todos los colores. Sombrajo Alventus Levante 2021, de Sacristía AB, nunca falla. Un trago y te transporta a Cádiz, a cualquier esquina donde el disfraz se impone y el reloj se pierde. Floral, salino, una brisa andaluza que despeina las penas. Fresco y vibrante, ideal para maridar con mariscos y buena compañía.
No puede faltar el burbujeo en una fiesta, y aquí entra un Cava, Robert J. Mur Millésime Brut Nature Reserva 2016. Porque sí, porque el Carnaval es de los pícaros y los brindis, y este espumoso, por cuatro duros, pone en pie hasta a Don Carnal y Doña Cuaresma. Su fina burbuja y su equilibrio entre frescura y complejidad lo convierten en la opción perfecta para un brindis carnavalero.
Y como remate, un dulce para el entierro de la sardina: Moscatel de Bodegas Alvear. Dorado, meloso, tan goloso que hasta el más austero se desabrocha el alma y pide otra copa. Lo bebes y ya no hay pecado, solo la promesa de que el año que viene volverás a pecar. Su intensidad aromática y su sabor envolvente hacen que sea un maridaje perfecto con postres a base de chocolate o frutos secos.
Así que, señoras y caballeros, beban, canten, brinden. Que el vino es Carnaval y la vida, un teatro donde lo importante es que nunca falte la risa en la copa. No hace falta gastar una fortuna para disfrutar de grandes vinos. Estos cuatro ejemplares son prueba de que el buen vino y la fiesta pueden ir de la mano sin dejar temblando la cartera. ¡Salud y a disfrutar del Carnaval con una copa bien servida!