Te ha pillado el toro. La Semana Santa ya está aquí y tú sin procesión, sin casa rural, sin nada. Ni pueblo con abuela, ni hotel con spa. Ni siquiera un amigo con terraza y vistas. Tranquilo. No estás solo. Este artículo es para ti: el indeciso, el procrastinador, el “ya veremos”.
Aquí tienes 8 escapadas curiosas, perfectas para no quedarte llorando en el sofá.
Almagro (Ciudad Real): el Broadway manchego
¿Te quedaste sin musical en Madrid? Ve a Almagro y súbete al siglo XVII. Tienen corral de comedias, empedrado con historia, y croquetas que valen como plan. Aquí no hay tumultos, solo teatro, vino y mucho encanto rural. Y sí, puedes decir que estuviste “entre bambalinas”.
Belchite (Zaragoza): el pueblo fantasma que te hará sentir vivo
Si lo tuyo es el drama, ve a Belchite. Ruinas, silencio y espíritu de película bélica. Ideal para quien busca un paseo místico sin nazarenos sudando bajo el capirote. Aquí puedes reflexionar sobre la vida, o simplemente hacer fotos góticas para Instagram. Tu lado emo te lo agradecerá.
Tabernas (Almería): Semana Santa en el lejano oeste
Cofradías no hay, pero duelos al sol sí. En el desierto de Tabernas puedes vivir como Clint Eastwood, solo que con más protector solar. Hay pueblos del oeste, escenarios de spaghetti western y mucho sol. ¿Semana Santa? Más bien Semana en el Lejano Oeste, sin salir de España.
Valverde de los Arroyos (Guadalajara): piedra, nieve y soledad bien elegida
Si eres de los que huye del gentío y los tambores, este es tu sitio. Casitas negras de pizarra, paisajes de postal y aire puro. Y tú, paseando como un poeta de la Generación del 27 en busca de inspiración. Aquí no se viene a hablar. Se viene a respirar y mirar con superioridad a los de playa.
As Neves (Pontevedra): donde los resucitados van de procesión
Sí, has leído bien. En As Neves la gente que “ha estado al borde de la muerte” va en procesión dentro de un ataúd. Porque Galicia siempre gana en surrealismo y en pulpo. Es Semana Santa y Twin Peaks todo en uno. Vas, miras, comes empanada y luego dices: “lo vi y no me lo invento”.
Calaceite (Teruel): el pueblo que parece un decorado de cine de arte
¿Amante del aceite, la piedra y el silencio arty? Calaceite lo tiene todo: arquitectura que huele a almendra y queso curado, galerías escondidas, y un ritmo tan pausado que el reloj bosteza. Ideal para leer o fingir que escribes poesía mientras bebes vermut.
Alarcón (Cuenca): duerme en un castillo como si fueras de la realeza en paro
Si Umbral levantara la copa, lo haría aquí. Castillo, río Júcar, murallas, y unas vistas que parecen retocadas por un community manager del medievo. Puedes alojarte en el parador y mirar a los demás desde lo alto. No es clasismo. Es altura de miras.
No hace falta que te subas a un paso ni que veas 20 procesiones por streaming.
Solo necesitas un sitio con encanto y muchas ganas de largarte. La Semana Santa
Viajar sin plan también es un arte. Y como decía Umbral: “La bohemia es una forma de elegancia sin planificar.”
