A veces solo necesitas un motivo para salir. Una excusa. Cualquier cosa vale: un “he tenido un día horrible”, un “¿unas bravas y luego lo que surja?” o un “el fisio me ha dicho que tengo que andar más”. Esta guía no es para cenas en silencio ni para amantes del mantel de lino. Es para quienes creen que el postre puede ir antes del entrante y que el vino no se sirve, se celebra. Aquí va una ruta por bares y restaurantes con alma de Madrid, donde se come bien, se ríe mejor y se recuerda todo. O casi. Lugares donde te reconocen por tu copa, por tu risa o por la tortilla que pides cada jueves después del quiropráctico.
Todos con dirección verificada. Porque en mariacong.com no te mandamos a la aventura sin mapa. Ni sin copa.
La Raspa VK: Vallecas también se come
En el Mercado de Numancia hay algo más que puestos: hay magia. La Raspa VK es cocina con alma y fumé. Guisos caseros, vermú, callos, postres premiados y un fondo de solidaridad que lo empapa todo. Lo dirigen Chema de Isidro —sí, ese chef que lleva años formando a jóvenes en riesgo de exclusión— y Paula, repostera brillante. Aquí el corazón se nota en cada plato.
En pleno Mercado de Numancia, es como si te metieras en una rave de vermú, callos y guisos caseros. Lo lleva gente con buen rollo, buena cocina y sentido del humor, que no es poco. Hay bocados con talento, platos del día, y postres premiados, que te van a hacer repetir.
Plan recomendado: escucha las recomendaciones del día. Luego brinda con quien esté al lado. Y los domingos, conciertos en directo, de los buenos. Vas a salir mejor de lo que entraste.
Vinoteca Vides: vino, picoteo y Vicente
Una barra tranquila, vinos que no encuentras en todas partes y una carta que acompaña sin hacer sombra. Ideal para descubrir un tinto de Toro, un albariño desconocido o ese godello del Bierzo que no sabías que necesitabas. Aquí puedes picar algo, probar un generoso andaluz o un espumoso, todo con la mejor de las acogidas.
Plan recomendado: copa larga, picoteo breve, conversación eterna.
La Lonjería: barrio con espinas y sabor
En Vallecas también hay mar. O al menos, lo parece. En La Lonjería el pescado es fresco, los precios justos y el trato cercano. Aquí todo sabe a barrio bueno. Y eso, en Madrid, ya es decir mucho.
Plan recomendado: caña y cazón. Si hay rape, ni lo dudes.
Vegania Veggie Bar: vegano con actitud
No es uno de esos bares de de tofu insulso. Aquí todo tiene sabor, flow y rebeldía. Desde las burgers vegetales hasta la tarta de zanahoria, pasando por los noodles y el pad thai.
Plan recomendado: comida con escépticos. Salen fans.
Casa Braulio: brasas con memoria
Un clásico de Guindalera. Aquí se viene por la oreja, por la carne a la piedra y por esa barra donde el vermut se tira como se debe. Es uno de esos bares que resisten sin tener que reinventarse.
Plan recomendado: cita sin drama, vermut largo, sobremesa con historia.
La Garriga: más que un bocata
Sí, sus bocadillos son gloriosos. Pero yo voy por la tortilla. Suave, jugosa, de las que hacen que el quiropráctico parezca una excusa. Ideal para desayunos gourmet o meriendas de altos vuelos.
Plan recomendado: tortilla post-tratamiento y caña bien fría.
Sanchís: vermut con vistas
Frente al Retiro y con alma de bar de siempre. Gildas, marisco, buena terraza y ese bacalao con tomate que debería estar en los libros de historia. El vermut fluye, las cañas también. La conversación viene sola.
Plan recomendado: aperitivo de domingo, terraza al sol y brindis sin prisa.
Kasanova: pasta & whisky
Sí, has leído bien. Aquí se viene por la pasta casera, claro, pero también por la carta de destilados, que es para quedarse a vivir allí. Puedes comerte unos ravioli con un whisky japonés o maridar tu burrata con una ginebra de colección.
Plan recomendado: cita con alguien que entienda de whisky. O que quiera aprender.
Madrid tiene mil planes, pero solo necesitas uno y si es en estos bares, mejor. Y ya sabes, si no tienes excusa para salir, invéntatela.
Nosotros te damos el mapa.
Tú pon la copa.
Y que sea buena.