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De Copas de Jerez, fideguás y vasos de ginebra va el mundo

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El mundo arde, pero tú sírvete otra copa. Que el viernes es el Día Mundial de la Ginebra. Y mientras alguien planta un geranio en Marte, aquí seguimos buscando hielo en el congelador y sentido común en el Gobierno. No hay. Pero hay ginebra. Y hay fiestas, y premios, y chefs subidos a un dron ecológico.

España no se rinde. Al menos no mientras haya fideuà, copas de jerez y un food truck de ceviche con música de Karol G y Shakira. Gandía se ha vestido de gala para la 50ª edición del Concurso Internacional de Fideuà, donde treinta y cinco chefs compiten con cuchara, pulpo y promesas de “producto local”. Más que un plato, un manifiesto.

Y mientras los cocineros sudan azafrán, D. O. Ca. Rioja cumple cien años. Lo dijo el ministro Planas entre aplauso y Rioja Reserva: “Es la referencia mundial del vino español”. Claro, como si eso se pudiera decir sin oír el eco indignado de un albillo o de una garnacha en bata y rulos. Pero venga, brindemos. Que los brindis, como las excusas, siempre están de moda.

En Jerez, mientras tanto, los daneses han ganado la Copa. Sí, la Copa Jerez, ese certamen en el que uno marida un palo cortado con algo que parece postre y parece escultura. Dinamarca se llevó el gato al sherry. España, el orgullo herido. Pero aquí somos de levantar la cabeza con una manzanilla en la mano. Se pierde el premio, no la compostura.

¿Y el planeta? El planeta, en campaña. PRISA y el Pacto Mundial de la ONU han lanzado una guía con 60 acciones para no freírnos como boquerones en el cambio climático. No te eches laca, apaga la luz, no fumes. Pero, eso sí, hazlo con estilo: con una copa de vino y Spotify con jazz ecológico de fondo.

Los turistas, ahora, son sostenibles. Vuelan en avión, sí, pero con la conciencia verde y la maleta llena de buenas intenciones. La campaña “Soy sostenible” propone alojarte en hoteles eco, comer productos locales y dejar huella cero, aunque el selfi sea de alto impacto.

En Toledo, los monjes se han pasado a la cerveza. En el Convento de Santa Clara, las veladas veraniegas maridan espiritualidad con cebada artesanal. Un DJ franciscano y una IPA hecha en silencio. Santa armonía.

En Canarias, Bevir reabre con el chef José Luis Espino al mando y el menú “Huerta, mar, equilibrio”, que suena más a haiku que a carta. Cocinar con filosofía, servir con épica. Todo local, todo eco, todo zen. Y tú solo querías una croqueta.

Pero el futuro no está en la croqueta, está en el chip. En Taipéi, Nvidia presentó su nuevo superordenador de bolsillo, que hace más cosas que tu cuñado en LinkedIn. IA física, robótica emocional, chips que piensan por ti mientras eliges si tomas Riesling o Godello. La revolución será con maridaje.

En China, en cambio, no han encontrado a Confucio, pero sí una bacteria blindada que sobrevive en el espacio. Niallia tiangongensis, se llama. Una armadura biológica que haría sonrojar al Capitán América. Es dura, resistente y, con suerte, más útil que algunos ministros.

Y por si Marte no fuera suficiente, la NASA ha descubierto por qué el planeta rojo perdió el agua. Spoiler: la culpa no fue de Ayuso. Fue del sputtering, un fenómeno espacial que suena a chasquido de jamón ibérico pero es cosa seria.

La cultura, por su parte, resiste. Lorca ha vuelto a París con su Barraca, Granada se postula como Capital Cultural y las ferias se llenan de autores firmando libros a gente que solo ha leído la contraportada. Pero ahí están, con su tote bag, su gintonic eco y su foto postureo.

Y Málaga se prepara para la primera Comic-Con internacional, que reunirá a 60.000 personas disfrazadas de Pikachu, Gandalf y alguno que otro que aún cree en el periodismo. Cultura pop, cultura fast, cultura de la fila para ver al actor de una serie que nadie ha terminado.

Pero no se vayan todavía, que aún hay más. Porque en TikTok, la última moda es echarle jalapeño congelado al vino blanco. Sí, señora. Sauvignon Blanc y rodaja picante. Lo llaman wine with a kick, nosotros lo llamamos martes con resaca.

Así va el mundo, entre bacterias espaciales, chefs zen, daneses que ganan en Jerez y turistas que hacen yoga sobre una tabla de surf de bambú. Pero no importa. Mientras haya ginebra, palabras y un vino con algo que contar, nosotros seguiremos escribiendo contra la prisa, contra el olvido y contra la copa vacía.

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