De pronto, tu feed parece un desfile de cócteles vestidos de gala. En lugar de hielo, llevan flores. En vez de limón, pétalos. Y todas responden al mismo nombre: hibisco. O, como lo llama TikTok, that dramatic crimson blossom. Que sí, que ahora ya no basta con que tu bebida esté fría y tenga burbujas: tiene que parecer un ramo de novia recién divorciada.
Porque en la red de los bailes virales y los consejos de autoayuda de gente de 19 años, el cóctel se ha convertido en un espectáculo. Y el hibisco, en su protagonista. Se abre lentamente dentro de la copa, como si la bebida tuviera sentimientos.
El hibisco no es nuevo, pero se ha hecho viral como si lo hubiera descubierto Taylor Swift
La flor de hibisco lleva siglos siendo infusión, remedio y perfume. En África la llaman bissap y en México es la mítica agua de Jamaica. Pero no fue hasta que alguien lo metió en almíbar y en una copa de prosecco que el mundo dijo: “esto es arte, y además embriaga”.
Y claro, el algoritmo aplaudió. Porque el hibisco se abre como si fuera la intro de una telenovela, se deja flotar como si tuviera casting para Euphoria y encima es fotogénico. Si Monet levantara la cabeza, dejaría los nenúfares y pintaría un cóctel con hibisco, hielo gordo y una pajita de cristal.
¿Y a qué sabe?
A acidez elegante. A fruta roja con una capa de misterio. Es como si el vino rosado se hubiera leído Mujeres que corren con los lobos y ahora hiciera yoga en Tulum. En serio: tiene un punto ácido, floral, con toques que recuerdan al ruibarbo si este tuviera Instagram y followers.
El almíbar de hibisco además da juego: puede usarse con gin, con ron blanco, con vodka, con cava, con agua con gas, o directamente con tu tristeza si lo sirves bien frío.
No es solo postureo. Pero casi.
Que sí, que el hibisco tiene antioxidantes, y que baja la presión arterial, y que hace bien a la digestión. Pero seamos honestos: tú lo quieres porque queda precioso en stories. Porque cuando subes un reel con esa copa, parece que te invitaron a un brunch en una galería de arte en Berlín, cuando en realidad estás en tu cocina con los pelos recogidos con una pinza del todo a 100.
Es la única flor que se bebe sin que te acusen de esnobismo, y eso, en estos tiempos, es un milagro.
Comparativas que nadie pidió, pero tú necesitabas
Beber un cóctel con hibisco es como:
- Ir a una cita a ciegas y descubrir que la persona toca el violonchelo.
- Ponerte un vestido de lentejuelas para ir a por pan… y que te quede bien.
- Escuchar a Sade mientras lees los comentarios de una bronca ajena en Twitter.
- Oler a jazmín mientras discutes sobre existencialismo con tu gato.
- Bañarte en una piscina de agua con gas después de sobrevivir a una comida familiar sin vino.
Es todo eso, pero en una copa.
¿Dónde beberlo sin parecer que estás haciendo un unboxing?
Si estás en Madrid, pasa por 1862 Dry Bar, donde saben mezclarlo sin que parezca un experimento de TikTokers. En Salmon Guru le meten hasta humo, porque aquí el drama se sirve en vaso corto. Y en Angelita, te lo encuentran hasta en vinos naturales. Porque en Angelita, si no te dan un tema de conversación, es que no has mirado bien la carta.
Y si estás en casa, compra hibisco seco, haz una infusión concentrada, añade azúcar, enfría y mézclalo con cava, o con ginebra, o con esa agua con gas que lleva en la nevera desde 2023. Todo sube con hibisco. Hasta tu autoestima.
¿Armoniza con comida? Claro. Pero también con silencios incómodos y WhatsApps sin responder
Pruébalo con quesos fuertes, con tartar de salmón, con ceviche, con chocolate negro o con la enésima discusión sobre si el vermut se toma con o sin rodaja de naranja. Va con todo lo que tenga personalidad. Como tú, cuando decides ponerte tacones un lunes.
El hibisco es el main character de tu copa
Mientras el mundo se cae a pedazos, tú puedes decidir flotar. Como el hibisco. Elegante, ácido, abierto en flor, y con una copa en la mano que dice “yo me cuido, pero también me cuelo”. El cóctel con hibisco no es una moda, es una respuesta emocional. Es belleza, es ironía, es dulzor con final seco. Como las mejores comedias románticas.
Brinda, graba, comparte. Pero, sobre todo, bébetelo con gusto. Que para eso estás aquí.