Cada noviembre, cuando las hojas empiezan a caer y los escaparates se llenan de luces prematuras, Francia descorcha una fiesta que dura solo un suspiro: el Beaujolais Nouveau. No es un vino cualquiera; es una cuenta atrás, una carrera, un brindis mundial que cada año llega puntual el tercer jueves de noviembre con su lema inconfundible:
“Le Beaujolais nouveau est arrivé!”
Hay quien lo celebra como un carnaval líquido y quien lo mira con desdén, pero nadie puede negar que este vino joven se ha ganado un lugar en la historia —y en las conversaciones de sobremesa.
Una historia que empezó en las viñas y terminó en las portadas
El Beaujolais Nouveau nació como lo que era: el vino del agricultor. En la región de Beaujolais, al sur de Borgoña, los viticultores abrían el primer barril de Gamay para brindar por el fin de la cosecha. Era un vino joven, alegre, sin pretensiones.
En 1951, el gobierno francés permitió su venta inmediata tras la fermentación. Entonces, lo que empezó siendo una costumbre local se convirtió en fenómeno global. En los años 70 y 80, bodegas como Georges Duboeuf llevaron el vino por el mundo. Los bares europeos celebraban su llegada casi como un estreno de cine: música, globos, carteles y la frase mágica que cruzó fronteras.
En 1985, Francia lo oficializó: El tercer jueves de noviembre sería, por decreto, el día del Beaujolais Nouveau.
De los viñedos al celuloide: vino de película
El Beaujolais Nouveau tiene algo de guion cinematográfico: rápido, chispeante y con fecha de caducidad. Es el tipo de vino que podría aparecer en una escena de Ratatouille o en una comedia romántica parisina: copas que tintinean en un bistró con neones, mientras alguien dice que no hay que tomarse la vida tan en serio.
Durante décadas, la llegada del Beaujolais se cubrió casi como una “première”: periodistas esperando camiones en el aeropuerto, brindis televisados, fiestas temáticas. Era el vino que hacía noticia, el que llegaba “antes que nadie”.
¿Qué lo hace diferente?
El Beaujolais Nouveau se elabora exclusivamente con uva Gamay. Se trata mediante maceración carbónica, una técnica que fermenta el racimo entero, que mantiene aromas de frutas frescas. Por eso su sabor recuerda a frambuesas, fresas y flores violetas, con poca acidez y casi sin taninos. No busca profundidad, sino inmediatez. Es vino de temporada, de ahora o nunca.
Comparado con otros Beaujolais, como los Beaujolais-Villages o los crus (Morgon, Fleurie, Moulin-à-Vent), el Nouveau es el primo joven e impetuoso. Divertido, sencillo, impaciente. Los Villages y los crus, en cambio, son los que han estudiado, reposan más tiempo, ganan matices y saben esperar.
Si el Beaujolais Nouveau es la fiesta, los otros Beaujolais son la sobremesa.
Los que lo aman y los que no
Los que lo aman dicen que es un soplo de aire fresco: ligero, afrutado, sin solemnidad.
Una copa que recuerda que el vino también puede ser celebración, no solo cata y silencio.
Los que lo critican lo acusan de superficial, de marketing en botella. Algunos sumilleres lo llaman “vino de aeropuerto”: llega rápido, viaja mucho y se olvida pronto.
Aun así, hay ediciones que sorprenden por su equilibrio y honestidad, sobre todo cuando vienen de pequeñas bodegas que respetan el proceso natural.
Y entre los extremos, la mayoría coincide en algo: el Beaujolais Nouveau no se juzga, se celebra.
Cómo se bebe
Este vino joven se disfruta mejor ligeramente frío, entre 12 y 13 °C. No hace falta decantarlo ni complicarse: abrir, servir y dejar que hable. Marida bien con quesos suaves, embutidos, setas o incluso sushi. Sí, sushi: el toque afrutado del Gamay hace buena pareja con el arroz y el pescado crudo.
Beaujolais para probar (verificados y recomendados)
- Georges Duboeuf Beaujolais Nouveau – el clásico de los clásicos, pionero del fenómeno. Color rubí brillante, aroma a cereza y fresa, final corto pero alegre.
- Domaine Jean Foillard Beaujolais-Villages – un paso más serio, con fruta madura y notas minerales. Para quien quiera entender la región más allá del hype.
- Louis Jadot Beaujolais-Villages Combe Aux Jacques – un vino equilibrado, con estructura y frescura a partes iguales. Ideal para quienes buscan un Gamay más profundo.
- Château Thivin Côte de Brouilly Cru Beaujolais – pura elegancia: cereza oscura, violeta y un toque terroso. Demuestra que el Beaujolais puede ser tan complejo como cualquier Pinot Noir borgoñón.
Entre la fiesta y la crítica
El Beaujolais Nouveau es una paradoja encantadora. Tiene fans y detractores, vinos memorables y otros que se olvidan rápido. Pero su magia está en eso mismo: en celebrar el momento, en brindar por la cosecha antes de que se enfríe el entusiasmo.
Al final, beber un Beaujolais Nouveau es como ver la primera escena de una película que no sabes cómo acaba, pero que empieza con una sonrisa.





