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Bond, “con licencia para beber”

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Cuando pensamos en James Bond, vienen a la mente sus persecuciones en Aston Martin, sus trajes impecables y, claro, sus bebidas elegantes. El agente 007 no solo tiene licencia para matar, también para beber y comer con estilo. Y aunque la frase “martini, agitado, no revuelto” sea su seña de identidad, Bond ha probado de todo, desde champán de lujo hasta platos que parecen salidos de un restaurante con estrella Michelin.

Bond y su icónico martini son inseparables, pero no siempre se trata del clásico que conocemos. El cóctel que él prefiere es el Vesper Martini, bautizado en honor a su amor fugaz, Vesper Lynd. ¿Su receta? Tres partes de Gordon’s Gin, una parte de vodka y media parte de Kina Lillet, con un twist de limón. Un cóctel elegante y poderoso, como el propio OO7.

Eso sí, en algunas películas y novelas, lo hemos visto experimentar con otras versiones. Sean Connery, Roger Moore, Pierce Brosman y Daniel Craig, cada uno ha adaptado este martini a su propio estilo, añadiendo más ginebra, menos vermut o, en ocasiones, ¡olvidando la aceituna!

Y hablando de martinis, la historia dice que el presidente John F. Kennedy también era fan de las bebidas que Bond bebía. Se sabe que en varias ocasiones intentó replicar los tragos de las novelas de Ian Fleming. Si Bond se decantaba por un Dry Martini, Kennedy tenía una preferencia por los Bloody Marys en los almuerzos. Se podría decir que mientras 007 salvaba al mundo con un trago en la mano, Kennedy lo hacía desde su despacho, vaso en mano también.

Si hay algo que Bond disfruta tanto como sus martinis es el champán. Y no cualquier champán, claro. El agente británico tiene un gusto especial por el Bollinger. Desde 1973, Bollinger ha sido el champagne oficial de la franquicia. Pero su relación con este espumoso empezó antes, cuando Sean Connery saboreó su primera copa en “Diamantes para la eternidad“. Bollinger incluso ha creado ediciones especiales para conmemorar el 40 y el 50 aniversario de las películas de Bond, presentando botellas tan elegantes como el mismo 007.

Eso sí, en algunas películas y novelas, lo hemos visto experimentar con otras versiones. Sean Connery, Roger Moore, Pierce Brosman y Daniel Craig, cada uno ha adaptado este martini a su propio estilo, añadiendo más ginebra, menos vermut o, en ocasiones, ¡olvidando la aceituna!

Y hablando de martinis, la historia dice que el presidente John F. Kennedy también era fan de las bebidas que Bond bebía. Se sabe que en varias ocasiones intentó replicar los tragos de las novelas de Ian Fleming. Si Bond se decantaba por un Dry Martini, Kennedy tenía una preferencia por los Bloody Marys en los almuerzos. Se podría decir que mientras 007 salvaba al mundo con un trago en la mano, Kennedy lo hacía desde su despacho, vaso en mano también.

Si hay algo que Bond disfruta tanto como sus martinis es el champán. Y no cualquier champán, claro. El agente británico tiene un gusto especial por el Bollinger. Desde 1973, Bollinger ha sido el champagne oficial de la franquicia. Pero su relación con este espumoso empezó antes, cuando Sean Connery saboreó su primera copa en “Diamantes para la eternidad“. Bollinger incluso ha creado ediciones especiales para conmemorar el 40 y el 50 aniversario de las películas de Bond, presentando botellas tan elegantes como el mismo 007.

Y para acompañar esas bebidas, Bond ha degustado platos que podrían figurar en los menús de los restaurantes más selectos. En Desde Rusia con amor, Bond disfruta de caviar Beluga y foie gras, acompañado, por supuesto, de un buen champán. En Solo para sus ojos, ordena langosta thermidor. Pero también le hemos visto disfrutar de un buen sándwich o un desayuno inglés completo, con huevos revueltos y tostadas.

Si quieres sentirte como Bond en tu próxima cena, empieza por su plato estrella: el Sole Meunière. Un lenguado a la mantequilla y limón, sencillo pero sofisticado. O también puedes probar el roast beef con patatas que pide en Goldfinger. Eso sí, acompañado siempre con una copa de Bollinger, porque ningún manjar sabe igual sin una bebida a la altura.

Si lo tuyo es el vino, Bond tampoco se queda corto en esta categoría. En Goldfinger, mientras cena con Auric Goldfinger, pide un Château Mouton Rothschild de 1947, demostrando su conocimiento enológico. En Desde Rusia con amor, se toma un Chianti, y en Quantum of Solace, Daniel Craig degusta un Château Angélus de 1982. Se podría decir que Bond disfruta de sus vinos tanto como de sus misiones.

La imagen de James Bond con su copa ha trascendido al cine. Muchas de sus bebidas favoritas han lanzado ediciones limitadas dedicadas a 007. La famosa destilería Belvedere, por ejemplo, presentó una botella especial para la película Spectre. Absolut Vodka hizo lo mismo en la época de The World Is Not Enough, y Bollinger tiene toda una gama de botellas diseñadas para reflejar la esencia de Bond.

En cuanto a la comida, las películas de Bond no se quedan atrás. En Vive y deja morir, Roger Moore saborea un filete con patatas en un elegante restaurante neoyorquino. Y en Panorama para matar, Moore se deleita con sushi y sake, demostrando que Bond también puede adaptarse a la cocina asiática.

Y aquí llega el dilema: ¿agitado o revuelto? A lo largo de las películas, Bond ha pedido su martini de ambas maneras. En Casino Royale, Daniel Craig muestra su frustración cuando le preguntan cómo quiere su bebida: “¿Acaso tengo cara de que me importe?”. Pero el Vesper Martini es el único que siempre se agita, ya que mezclar gin y vodka requiere una agitación más fuerte para equilibrar los sabores.

El recorrido de Bond por el mundo incluye no solo sus coches y gadgets, sino también una exquisita carta de bebidas y platos. Es, en cierta manera, un reflejo de la evolución de su personaje. Desde el tradicional y elegante de Sean Connery, con gustos clásicos en champán y vinos, hasta el más contemporáneo de Daniel Craig, que muestra preferencia por whiskies robustos.

Porque, como diría el propio 007, un buen trago no solo se bebe, se disfruta. ¡Salud!

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