El pasado 27 de abril, tuve el honor de estar en el panel de cata del concurso ECORACIMO. La lluvia y el viento no impidió que 25 catadores probáramos 300 muestras, procedentes de 10 comunidades autónomas distintas.

Se otorgaron 13 Grandes Oros, 31 Oros y 24 Platas; vinos tranquilos, dulces, espumosos, vermuts, generosos y vinagres.  Estos galardones se entregarán en el Salón Organic Food, que se celebrará en Madrid.

Hay que hacer la mención especial a Doña Isabel Mijares que, a título póstumo, fue nombrada “Catadora de Honor”. Incansable defensora del vino y de la incorporación de la mujer a todos los ámbitos relacionados con este apasionante mundo. Fue la primera mujer enóloga que hubo en España. Conocida y reconocida en todo el mundo vitivinícola por su tesón y pasión; enóloga, divulgadora, escritora y profesora.  En este certamen se la echó mucho de menos ya que nunca faltó a la cita en los 24 años de Ecoracimo.

Ecovalia, representada por Diego Granado, la Diputación de Córdoba, representada por Andrés Lorite, y el Ayuntamiento de Montilla, representado por Rafael Llamas, hicieron posible, un año más, que este evento se llevara a cabo, en el Castillo de El Gran Capitán, en Montilla.

Una jornada marcada por el compromiso de las bodegas que, año tras año, siguen los dictámenes de la agricultura ecológica.  Ayudando a crear un mundo mejor, más sostenible, y dejando un legado más equilibrado entre las actividades de los humanos y la naturaleza.

Una de las bodegas participantes, fue pionera en Andalucía y una de las primeras en España en tener el sello ecológico. Hablamos de Bodegas Robles.  Francisco Robles Rubio, tercera generación de una bodega funcional y con un objetivo: hacer vinos de calidad, mimando el suelo y su entorno. “El progreso pasa irremediablemente por el regreso” y ” Elaboramos vinos que expresan la pureza  y el reflejo fiel del suelo y del carácter varietal de la uva. Vinos que pertenecen a su tierra.”, son algunas de sus máximas.

Proyecto donde Rocío Márquez, enóloga de la bodega y directora técnica del concurso, ha sido parte importante de toda esa trayectoria de viñedo ecológico. Estudios con la Universidad de Córdoba y proyectos innumerables con la ecología como fondo. Bodega donde, incluso, investigadores del CSIC han aterrizado para realizar los estudios pertinentes.  ECORACIMO

Lo ecológico, no debería ser una moda, debería ser una realidad. Todos tendrían que llevar el símbolo con la hoja verde.

Tenemos un planeta finito y, por ende, unos recursos finitos. Tenemos un legado que dejar a nuestros descendientes, y este no debe ser un planeta peor de como lo encontramos.

Todos estos productores de vinos ecológicos luchan y demuestran que pueden crear con calidad, sin necesidad de maltratar el ecosistema. Crear vinos que saben a la tierra y al entorno de donde nacen sus uvas. Que, incluso, una cepa, tratada en igualdad de condiciones, pueda dar un vino con matices diferentes a otra cepa de apenas a un metro de distancia.

En resumen:

• la diversidad es bonita,
• beber vinos ecológicos es una experiencia sensorial porque tienen miles de matices, y
• el ser ecológicos nos llevará a esa tierra donde una vez nacieron sus uvas.

Doy las gracias a la organización, empezando por el presidente José Luís Murcia, presidente de AEPEV, a Rocío Márquez, directora técnica del concurso y enóloga, a las autoridades presentes, y una mención muy especial a todo el personal que nos sirvió con destreza y mimo todas las elaboraciones.

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