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Brindis en el Elíseo, así se celebró la vuelta de Notre Dame

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La histórica Catedral de Notre Dame volvió a brillar. Una celebración por todo lo alto, y no solo por su arquitectura gótica. Tras la ceremonia de reapertura, los líderes del mundo y algunas estrellas se dirigieron al Palacio del Elíseo para una cena de estado. Todo en puro estilo francés: elegancia, política y champán por doquier.

La lista de invitados: ¡una caja de bombones diplomática!

Como diría Forrest Gump, nunca sabes lo que te va a tocar. Allí estaban Olaf Scholz, canciller alemán, serio y puntual. Keir Starmer, primer ministro británico, intentando no cometer “faux pas”. Y, por supuesto, el infatigable Volodímir Zelenski.

Elon Musk también hizo acto de presencia. Puede que estuviera calculando desde qué torre lanzar su próximo cohete. Melania Trump, impecable como siempre, robó algunas miradas. Ah, y Donald Trump, quien no bebe, alzó una copa de champán en gesto simbólico junto a Emmanuel Macron.

Todo apuntaba a una noche de brindis, negocios velados y… ¿algún cotilleo? Seguro que sí.

El lugar: puro lujo en el Palacio del Elíseo

Olvidad Notre Dame para cenar. Por muy divina que sea, no es apta para cenas de estado. El Palacio del Elíseo, residencia presidencial francesa, fue el escenario de esta fiesta. Un lugar donde el protocolo y el arte de la mesa son religión.

La sala de fiestas del Elíseo brillaba. Cubiertos de plata Christofle, porcelana de Sèvres y copas Baccarat. Nada es casualidad aquí. Incluso el más mínimo detalle está pensado para seducir a los invitados. La gastrodiplomacia francesa en su máxima expresión​.

El menú: clásico francés con toques modernos

Aquí viene el misterio: no se publicó un menú oficial. Pero podemos apostar por una combinación clásica de alta gastronomía francesa. ¿Por qué? Porque es tradición en cenas de estado. Además, si conocemos algo de los chefs del Elíseo, la cosa pinta deliciosa.

Probablemente hubo un entrante ligero, como una terrina de foie gras o un salmón ahumado con caviar. De plato principal, algo como pato a la naranja o lomo de ternera con trufa. De postre, una delicia de chocolate o una tarta de frutas con hojaldre perfecto. Todo acompañado por quesos franceses, ¡obvio!

Aunque no sabemos quién estuvo en los fogones esa noche, es posible que Guillaume Gómez, exjefe de cocina del Elíseo, supervisara el menú. Ahora es embajador de la gastronomía francesa, pero seguro que su influencia se dejó notar​.

¿Y los vinos? ¡Puro néctar francés!

Otra incógnita sin resolver. Pero Francia nunca falla con los vinos. Podemos imaginar botellas de Bordeaux, Bourgogne o Champagne de primera. Además, con François-Henri Pinault entre los invitados, ¿por qué no algún vino de su porfolio? El dueño del grupo Artemis (y esposo de Salma Hayek) es también propietario de bodegas como Château Latour y Clos de Tart.

Una noche así merece burbujeantes copas de Champagne Ruinart o Dom Pérignon. Incluso Trump, que no bebe, podría haber aceptado una gota por cortesía.

Brindis, política y… ¿algo más?

Las cenas de estado no son solo para comer y beber. Son un terreno fértil para negociaciones secretas y alianzas inesperadas. Mientras los líderes brindaban, seguro que surgían temas espinosos: guerras, tratados y, quién sabe, algún chisme internacional.

Zelenski probablemente habló con Macron y Scholz de ayuda para Ucrania. Starmer quizás intentó limar asperezas post-Brexit. Y Musk… bueno, Musk seguramente ideó un plan para colonizar Marte entre bocado y bocado.

Melodías y sobremesas interminables

Una cena así no está completa sin música.  Quizá algo de Mozart, porque nunca falla en estos eventos. Entre copas y notas, la noche se alargó. Los franceses saben que una buena sobremesa puede ser más fructífera que cualquier reunión formal.

Mientras tanto, los camareros servían los últimos sorbos de licor. Tal vez Cognac para cerrar la noche con estilo. O un Armagnac, que siempre tiene un toque más rústico y especial.

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