Que levante la copa quien viera venir esto: Jessica Biel, actriz, productora y alma de The Sinner, se ha lanzado al mundo del vino. Y no en plan celebrity que pone su nombre en una etiqueta y ya. No. Aquí hay barricas, familia, poesía y hasta un gato fantasma.

Prophet & Poet es la nueva bodega californiana que reúne a la propia Biel, a su hermano Justin, a la artista Rose Biel, al premiadísimo enólogo Jesse Katz y a Chris y Ariel Jackson, de Jackson Family Wines. Un equipo que parece sacado del reparto coral de una serie de HBO: talento, linaje, estilo y visión.

Todo empezó en una boda… cómo no

La historia tiene más alma que un musical de Sufjan Stevens. En 2019, durante la boda de Justin Biel en las playas de México, Jessica regaló un vino personalizado elaborado por Jesse Katz, amigo de la familia y considerado uno de los enólogos más influyentes de EE.UU. Aquella barrica bautizada como Prophet & Poet se pensó para brindar en privado, pero fue creciendo como las buenas ideas: despacio, con sentido, y rodeada de gente que sabe lo que hace.

Ahora ese vino, nacido del amor (literalmente), se comparte con el mundo. Pero no con el mundo entero: solo 900 cajas del 2021 han visto la luz. Exclusividad, sí, pero también mimo, trazabilidad y una estética tan cuidada que parece sacada de una expo de arte contemporáneo.

¿Qué hay dentro de la botella?

Cinco vinos componen la primera añada. Todos proceden de viñedos de Sonoma propiedad de la familia Jackson, una de las más respetadas en la viticultura californiana. La elaboración corre a cargo de Katz, en su bodega Aperture Cellars, y el resultado ha sido alabado por críticos (con menciones a 100 y 97 puntos) que sí los han catado.

Los nombres, eso sí, son puro guion literario:

• Mountain Sage
• Mourning Cloak
• Ghost Cat
• King Bird

• (Y una etiqueta de Cabernet que, aunque omitimos aquí, forma parte de la gama)

Cada vino tiene un aura distinta, con referencias simbólicas que evocan transformación, sanación, memoria y conexión. No es solo vino: es storytelling líquido. Pero del bueno. Del que no necesita florituras para ser coherente.

El vino como arte colaborativo

Prophet & Poet no solo se saborea. Se contempla, se lee, se toca. En cada botella hay poesía escrita por Rosita y Justin Biel, caligrafía del maestro Jake Weidmann, ilustraciones de Ellen Riendeau, arte de Darren Le Gallo (marido de Amy Adams, por cierto) y diseño de packaging a cargo de DESIGNTHIS!, una de las agencias más premiadas en EE.UU.

El resultado parece más bien el vinilo deluxe de un grupo de culto. ¿Fleetwood Mac versión enológica? ¿Un disco de Phoebe Bridgers pero en formato Chardonnay? Algo así.

Jessica Biel: de The Illusionist a la ilusión líquida

Conocida por sus papeles en series como Candy o The Sinner, y por sus producciones junto a Iron Ocean, Jessica Biel ha querido hacer de esta bodega un espacio de expresión. No es solo un proyecto familiar. Es también una manera de contar historias desde el vino, el arte y el símbolo.

Lo cuenta ella misma: “Prophet & Poet comenzó como un regalo personal. Ver cómo se transforma en algo que podemos compartir con el mundo es muy significativo”. Y sí, puede sonar a frase de nota de prensa… pero también es verdad que no todo el mundo decide escribir poesía en las etiquetas.

¿Un vino para fans del arte o para coleccionistas?

Quizás ambos. La producción limitada y el peso simbólico de cada vino apuntan a un público que busca algo más que un sorbo. Aunque aún no se ha distribuido de forma amplia, ya está presente en cartas de restaurantes de primer nivel. Y es probable que lo veamos en cenas discretas de Hollywood antes que en lineales de supermercado.

Lo cierto es que el proyecto es real, serio y está respaldado por profesionales con trayectoria impecable. Katz ha sido incluido en listas de Wine Enthusiast y Forbes por su labor, y ha recaudado más de siete millones de dólares para causas benéficas con sus vinos.

Prophet & Poet no promete cambiar el mundo del vino, pero sí ofrecer una experiencia distinta. Aúna el saber hacer vitícola con sensibilidad artística y narrativa, sin caer en el cliché de “vino de famoso”.

¿Es el mejor vino del año? No lo sabemos. ¿Tiene una historia que nos hace querer abrir una botella solo para escucharla? Quizá.