Madrid, no es la única capital europea con Denominación de Origen propia. Pero es un escenario donde el vino se convierte en protagonista de historias inolvidables. Desde garnachas centenarias, hasta albillos que susurran secretos del terruño. Acompáñanos en este recorrido sensorial por los vinos que no puedes dejar de probar.
Las Moradas de San Martín: Donde la garnacha y el albillo se visten de literatura y música
Las Luces: La Virginia Woolf de la Garnacha
Imagina una fiesta elegante, con luces tenues y música de jazz. Así es Las Luces, un vino que destila sofisticación, misterio e independencia. Elaborado con garnachas de más de cien años de la parcela “La Centenera”, este vino es como leer El jardín secreto: con espíritu moderno, pero con raíces y con un final que deja huella. Aromas de bayas silvestres, regaliz y bombón de licor se entrelazan en una danza de sabores, que solo se logra en añadas excepcionales.
Albillo Real ECO: El indie del vino blanco
Si Las Luces es un clásico innovador, el Albillo Real ECO es una joya indie. Este vino blanco ecológico y vegano es como escuchar Un buen día de Los Planetas. Sorprende con notas de peras, pomelo dulce y un toque salino que evoca la brisa marina. Su crianza de seis meses en barricas usadas de roble francés le aporta una untuosidad que lo hace perfecto para tomar con quesos curados o mariscos.
Licinia: La sinfonía de Morata de Tajuña
Desde Morata de Tajuña, Licinia compone una sinfonía enológica con uvas tempranillo, cabernet sauvignon, syrah y merlot. Este vino es como una Zarzuela: cada nota está perfectamente armonizada para crear una experiencia inolvidable. Notas de frutas maduras, especias y sensaciones minerales se combinan en una melodía que deleita los sentidos.
Bodegas Andrés Morate: Pioneros verdes
En Villarejo de Salvanés, Bodegas Andrés Morate fue la primera bodega ecológica certificada en la Comunidad de Madrid. Desde 1999, elaboran vinos que respetan el medio ambiente, demostrando que la sostenibilidad y la calidad pueden ir de la mano. Y no te olvides de celebrar el 1 de julio con su vino Esther, por eso del nombre. Si Elphaba, de Wicked, fuese un personaje real, habría nacido aquí. Su tinto, elaborado con Tempranillo, Syrah y Cabernet Sauvignon, la hubiesen cambiado hasta el tono de la piel.
Bodegas Nueva Valverde: Innovación con raíces
En la Sierra Oeste, Bodegas Nueva Valverde combina prácticas sostenibles, con una producción limitada que resalta la esencia del terruño. Sus vinos son como una película de autor: únicos, con carácter y profundamente conectados con su origen. Tejoneras Alta Selección, es el Clerks de Kevin Smith. Haciendo que la vida cotidiana nos sorprenda en cada trago.
Castillo de Salvanés Crianza: La calidad no está reñida con el precio
Este vino, de la Cooperativa Recespaña, se alzó con el Gran Premio D.O. Vinos de Madrid, demostrando que la excelencia no siempre tiene un precio elevado. Es el Milagro en Mián de Vittorio de Sicca, hecho vino. Este tempranillo forma parte de ese noeorrealismo clásico, que seguro que nos divierte.
Figueroa Sobre Lías Finas: El Love Story a la madrileña
Un blanco que ha conquistado, tal y como hizo la película, los paladares, con su intensidad aromática y su toque de vainilla. Si Ryan O’Neal y Ali MacGraw, se volviesen a encontrar, lo harían en Villarejo de Salvanés.
Valdeliceda 2020, de Bodega del Nero: El recuerdo de Orson Welles
Galardonado con el Premio Carlos Falcó, este vino es un homenaje a la tradición y la innovación enológica de Madrid. También fue innovador Orson Wells, grabando Campanadas a medianoche y Una historia inmortal, en Chichón. Estamos seguros que bebió algún vino de las tinajas de la bodega, visitando Las Cuevas del Vino.
Madrid no solo es la capital de España, sino también un escenario donde el vino se convierte en arte. Cada bodega, cada copa, cuenta una historia que merece ser escuchada, saboreada y compartida. Así que, la próxima vez que busques una experiencia enológica auténtica, recuerda que, en Madrid, el vino es mucho más que una bebida: es cultura, pasión y vida.