¡Buenos días a todos! Hoy nos reunimos para celebrar una profesión que, al igual que el buen vino, mejora con el tiempo: el periodismo. Levantemos nuestras copas por esos incansables contadores de historias, que con cada palabra nos acercan un poco más al mundo que nos rodea. ¡Salud por los periodistas!
Hoy quiero llevarlos en un viaje por la memoria, recordando a esos gigantes de la televisión y la radio que marcaron nuestras vidas. ¿Quién no recuerda la voz inconfundible de Walter Cronkite, anunciando que ‘así son las cosas y así se las hemos contado’? O a Jacobo Zabludovsky, siempre con su estilo sobrio y su manera peculiar de cerrar sus noticias.
Y cómo olvidar esos momentos épicos que nos hicieron reír. En una entrevista en la radio, los micrófonos comenzaron a fallar a Iñaki Gabilondo, produciendo un molesto ruido estático. Con su habitual ironía y calma, Gabilondo comentó en pleno directo: “Y esto es lo que pasa cuando los micrófonos deciden rebelarse contra la verdad”. Demostró que, detrás del micrófono, también hay seres humanos con humor y espontaneidad.
El periodismo, al igual que la gastronomía, es un arte que requiere de paciencia, dedicación y un ojo agudo para los detalles. Un buen reportaje es como un plato exquisito. Se cocina a fuego lento, se sazona con investigación y se sirve con pasión.
Muchos de nuestros grandes profesionales han cubierto eventos culinarios. Se han sentado a la mesa con chefs, viticultores y amantes de la buena comida. Llevan hasta nuestros hogares los aromas y sabores del mundo.
Recordemos cuando Carlos Herrera invitó a Juan Echanove para hablar sobre gastronomía y vino, en la radio. Echanove es un amante de la cocina y ha colaborado en la elaboración de vinos como “La bien pagá”.
Durante la entrevista empezaron a hablar sobre sus vinos favoritos. En un momento dado, Herrera preguntó: “Oye, Juan, ¿cuántas veces has dicho que el mejor vino es el que está en tu copa?
Echanove, siguiendo la broma, respondió: “Bueno, Carlos, no sé si lo he dicho tantas veces, pero es que no me gusta dejar ninguna copa vacía, ya sabes, por si me quedo sin argumentos…”
También hablando sobre el “ritual” de la cata. Echanove comentó: “Hay quien se toma la cata muy en serio, que si el color, el aroma, que si agitar la copa…”. A esto Herrera respondió: “Sí, yo hago todo eso, pero al final lo que me importa es si me gusta o no. Todo lo demás es… para impresionar a la gente en las cenas.” Este comentario desató risas tanto en el estudio como entre los oyentes.
Pero el periodismo no se quedó en los antiguos micrófonos y cámaras de televisión. Hoy en día, los podcasters han tomado la antorcha. Llevan sus voces a través de ondas digitales, narrando historias que cautivan a millones en todo el mundo.
Estos nuevos narradores de la era digital han sabido combinar la tradición con la innovación, y ahora, desde la comodidad de sus estudios caseros, nos traen historias que resuenan en nuestros auriculares, mientras preparamos la cena o disfrutamos de una copa de vino.
Julián Palacios, Irene Guede y Gonzaga Santesteban nos enseñan sobre viticultura. Su “Filoxera” utiliza un lenguaje diferente, pero sin perder el rigor. O en “Vino para camaleones” aprendemos sobre cultura y un poco de vino.
No podemos hablar de periodismo sin reconocer su papel fundamental en la preservación y difusión de nuestra cultura. Como decía Luis del Olmo: “Yo digo, ante todo, mi verdad. Esa es una de las satisfacciones más poderosas que se puede tener en un medio de comunicación”.
Así como el buen vino es una expresión de la tierra, el periodismo es una expresión de la sociedad. Esta lo alimenta día a día. ¡Brindemos por ellos, por los que han pasado, los que están y los que vendrán, por seguir enriqueciendo nuestras vidas con sus historias!
Como dijo alguna vez el gran Albert Camus: “Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala”.
El periodismo es la primera versión de la historia’. Así que, celebremos la cultura, la gastronomía, el vino, y por supuesto, ¡celebremos a nuestros queridos periodistas! ¡Salud!