En la bulliciosa ciudad de Madrid, la vida late al ritmo de sus calles, y la gastronomía es un arte. Una noche estupenda se desplegó en el restaurante asturiano Teitu. Fue un encuentro entre amigos, que disfrutamos de lo lindo, con sabores exquisitos y los vinos de la bodega Mambrilla,
La velada comenzó con una cecina de vaca madurada, con sabor intenso y textura delicada. La ensalada de bonito del norte, fresca y equilibrada dio paso a las croquetas, un homenaje reconfortante a la cocina casera que nos transportó a la infancia.
Para el plato principal, la difícil elección entre las cocochas de bacalao y el entrecot de vaca madurada dejó a los comensales divididos. Los que disfrutamos con las cocochas no quedamos decepcionados. También los amantes de la carne saborearon cada bocado del entrecot. porque
El dulce final llegó en forma de una tarta de queso con coulis de frutos rojos, un remate perfecto para una cena como ésta. porque
Pero los sabores no fueron los únicos protagonistas. Los vinos, cuidadosamente seleccionados, de la bodega Mambrilla, añadieron una dimensión extra a la experiencia gastronómica. El Esentium albariño transportó a los comensales a las brisas del Atlántico. El Alidis crianza 14 meses ofreció una interpretación contemporánea de los vinos de Ribera de Duero. porque
Lo estupendo de la noche no solo residía en la mesa, sino en la compañía. Bajo la hospitalidad de Nacho, director comercial de Bodegas Mambrilla y anfitrión de la velada, amigos y conocidos se congregaron alrededor de los fogones de Teitu para compartir risas e historias. Entre los comensales se encontraban restauradores de renombre. Muchos amigos que se unieron para disfrutar.
Un momento culminante llegó cuando Jesús Flores, compartió con los presentes los secretos detrás de cada copa, elevando la experiencia a un nivel superior.
La presencia de Gerardo, propietario del Grupo Oter, al que pertenece Teitu, añadió un toque de cercanía y calidez.
En resumen, la cena con armonía de la bodega Mambrilla en Teitu fue más que una experiencia gastronómica; fue una celebración de la vida y sus placeres más exquisitos. Una velada, impregnada de risas y conversaciones animadas, tributo a la amistad y a la buena mesa.