Está documentado que desde el neolítico (6000-4000 a.C.), se comenzó a utilizar la ‘vitis vinífera sativa’. Se han encontrado restos de uvas en Jericó, datadas, incluso antes, en el 7000 a.C., y unos sarmientos en Villanueva de la Jara (Cáceres, España) de alrededor del 6000 a.C.
Además, en unas excavaciones que realizaron en los montes Zagros (que separan las llanuras de Mesopotamia de la meseta iraní), se encontraron seis jarras de nueve litros de vino, enterradas en el suelo de una casa. El análisis pertinente, dató dichas jarras alrededor del año 5400 a.C. Entre los residuos orgánicos que aparecieron estaban, entre otros, resina de pistacho, que ejercía de conservante del vino, prueba fehaciente del comienzo de las mezclas de vino con otros elementos herbáceos.
Tanto en Oriente Medio, donde se encontraron estos restos, como en el Mediterráneo, todas las culturas tenían como base común la triada de cultivo: trigo, olivo y vid. Ésta última siempre se consideró de manera especial, relacionándola con los festejos y con los rituales sagrados.
Avanzamos en el tiempo, y entramos a la época de los faraones. El vino aparece en Egipto entre el 4000 y el 3050 a.C. Durante el reinado de Akenaton (Dinastía XVIII), padre de Tutankamón y esposo de Nefertiti, encontraron en el yacimiento de Tell el-Amarna, un ánfora con unas inscripciones que hacían referencia a una bebida de vino macerada con la fruta de la granada, al cual llamaron “Shedeh”. (A fecha de hoy se sigue usando la corteza de granada para aromatizar vermuts).
Este “Shedeh” era utilizado en ritos religiosos, sobre todo en la época Ptolemaica, y habitualmente se introducía en las tumbas de los difuntos de alto poder adquisitivo.
En el papiro Ebers, todo un dictado de medicina de la época, redactado cerca del año 1500 a.C, durante el reinado de Amenhotep I, aparece un remedio para “alimentar el interior” con la siguiente receta: “Carne grasa, 1/16 partes; vino, 5 ro; uvas pasas, 1/16 partes; higos, 1/16 partes; apio, 1/16 partes; cerveza dulce, 25ro. Todo esto será cocido, filtrado y tomado durante 4 días.”
También de esa época, de los tiempos de Tutmosis III (1479 a 1425 a.C.), data la inscripción “Todos los jardines estaban llenos de frutos y sus cavas rebosaban vinos”
Continuando nuestro recorrido, llegamos a la época griega, y nos encontramos con el padre de la medicina moderna, Hipócrates. Este filosofo, rondando el año 460 a.C., creó el “Vinum Absinthiatum”, mezclando flores de ajenjo y hojas de díctamo con vino, para elaborar remedios para problemas estomacales.
En el siglo I, ya después de Cristo, un romano, llamado Plinio el Viejo, siguiendo la receta de su admirado Hipócrates, creo un elixir a base de vino, añadiéndole tomillo, manzanilla y mirto. El nombre que le dio fue exactamente el mismo, es decir Vinum Absinthiatum. (Plinio el Viejo murió en el año 79 d.C., en Estabia, por la inhalación de gases tóxicos, mientras intentaba rescatar a un amigo y a su familia de la erupción del Vesubio),
Hasta aquí, la historia nos muestra lo mágico del vino y, por ende, del vermut. En siguientes artículos seguiremos ahondando en esta bebida tan especial. Vermut
SALUD, VINO Y VERMUT¡¡¡¡