Hoy quiero viajar lejos. Muy lejos. Pero sin maletas, sin aeropuerto ni esa cola eterna del control de seguridad. Solo necesito una copa. ¿Qué os parece si salto de Chile a California y termino en Nueva Zelanda sin moverme de la silla?

Esa fue la propuesta de la presentación de Vinos del Nuevo Mundo, una plataforma (www.vinosdelnuevomundo.com), que convierte cada botella en un pasaporte. La cata la dirigió Pascual Ibáñez, tan entrañable como siempre y un pozo de sabiduría histórica. Lo suyo no es solo describir vinos: es contar la historia del mundo a través de un sorbo.

Las copas fueron brújula y ventana. Con un Carménère chileno viajamos al Valle del Maipo, donde la uva renacida encontró su casa. Con un Cabernet californiano nos asomamos a Paso Robles, tierra de sol y tintos expresivos. En Argentina, los tintos de Mendoza nos recordaron que el Malbec puede ser tango y montaña en la misma copa. Y en Nueva Zelanda, el Sauvignon Blanc de Marlborough olía a hierba fresca y mar abierto.

Todo fácil de beber, sí, pero con ese punto de exotismo que te hace levantar la vista del vaso y preguntarte qué hay al otro lado del mapa.

La web no es una tienda al uso, aunque venda vino. Su menú es un atlas: Argentina, Chile, California, Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica, Uruguay y Perú. Cada país tiene su ficha con clima, uvas, bodegas y estilos. Leerlo es como abrir una guía de viajes, pero con cata incluida.

Tienen incluso un sumiller digital: un buscador que te ayuda a elegir vino según tipo, maridaje o precio. Una especie de brújula para indecisos y curiosos que convierte la compra en juego.

Y como saben que beber despierta ganas de viajar, ofrecen viajes personalizados. No hay paquetes cerrados ni fotos de catálogo: te preguntan destino, fechas, quién viaja y hasta si es luna de miel o escapada de amigos. Mendoza, Valles Centrales de Chile, California, Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica… la idea es que lo que probaste en la copa puedas beberlo allí, con la tierra bajo los pies y el viñedo a la vista.

El proyecto incluye también un Club de Vinos. La idea: selección mensual o trimestral de botellas, sin cuotas fijas ni permanencias, con aviso previo para decidir si quieres sumarte o no. De momento aparece como “Próximamente”, una promesa abierta que refuerza el espíritu de comunidad que buscan.

La pregunta es inevitable: ¿necesitamos en España vinos del Nuevo Mundo? La respuesta es otra pregunta: ¿acaso viajar a Nueva York te quita las ganas de volver a Cádiz? Beber un Shiraz australiano no excluye disfrutar de una Garnacha madrileña. Es sumar experiencias, abrir fronteras y descubrir que lo lejano también puede estar cerca si alguien te lo pone en la mesa.

La presentación terminó, pero la sensación sigue: el Nuevo Mundo cabe en una copa. Con Pascual Ibáñez como guía, viajar sin salir de la silla se volvió un lujo. Y lo mejor es que no hace falta visado, ni jet lag, ni pasaporte. Basta con abrir la botella adecuada y dejar que el vino haga su magia.