Hubo un tiempo en que la tele mandaba más que los padres. Tú estabas tan tranquilo viendo “Un, dos, tres…” y, de repente, ¡pam!, aparecían dos rombos ♦♦ en la esquina de la pantalla. No hacía falta explicación: eso era territorio prohibido. Y allá ibas, obediente, rumbo a la cama mientras los mayores se quedaban a ver lo bueno.
Pues bien: en mariacong.com hemos decidido traerlos de vuelta. No porque nos hayamos vuelto franquistas ni moralistas, sino porque nos encantan los símbolos con historia (y un poco de guasa). Así que, de ahora en adelante, cuando veas dos rombos en esta web, sabrás que hablamos de vino, destilados o temas con aroma adulto. No para emborracharte, sino para conversar con pausa y gusto.
Aquí no se viene a “ponerse ciego de nada”, sino a disfrutar del consumo responsable. Ese arte que mezcla placer y conocimiento sin perder el equilibrio, como un buen coupage.
Entre leyes, copas y contradicciones
Antes de que alguien se asuste: hablar de vino no es ilegal. De hecho, el vino está legislado en España como un alimento, según la normativa europea y nacional sobre productos agroalimentarios (Reglamento CE 1308/2013, para los que disfrutan del BOE con una copa). Sí, un alimento con historia, con denominación de origen y con terroir, que puede estar en la misma conversación que el pan o el aceite… aunque con más poesía y menos gluten.
Lo que sí está regulado y bastante, es su publicidad. Nada de dirigirse a menores, ni de poner influencers con cara de recién salido del instituto diciendo “cheers”. Tampoco de anunciar gin-tonics a las cuatro de la tarde en dibujos animados.
La Ley General de Comunicación Audiovisual marca franjas horarias, mensajes de consumo moderado y todo un manual de buenas costumbres etílicas. Así que tranquilos: los dos rombos no son una advertencia legal, sino una cortesía por nuestra parte.
El regreso de la tele con barriga
Arriba, en la cabecera de esta web, verás una televisión vintage, con pantalla curva y alma de mueble bar. Allí viven nuestros dos rombos, encendidos con la misma solemnidad de antaño, pero con un propósito nuevo: avisar que aquí se habla de placer adulto, no de exceso.
Los pusimos pensando en l@s tayudit@s como yo, los que crecimos escondid@s detrás del sofá, intentando escuchar lo que pasaba “después de los rombos”. Y mira tú, ahora los hemos puesto nosotros. Solo que esta vez, en lugar de mandar a nadie a dormir, invitamos a quedarse a leer.
Si prefieres contenido sin alcohol, también lo tenemos, aptos para todos los públicos. Pero si ves los rombos y sonríes… este es tu canal.
Lo maravilloso es que los rombos y la legislación actual tienen algo en común:ambos creen en avisar antes de que sea tarde. Los primeros eran símbolos de censura; los segundos, de responsabilidad. Y en medio estamos nosotros, con la conciencia tranquila.
Porque si los 70 temían que un niño viera un beso, hoy tememos que un adolescente vea un shot challenge en TikTok. Por eso hablamos de educación, no de prohibición. De vino como parte de una cultura, no como una excusa. Y si podemos hacerlo con humor, mejor: que las advertencias con sonrisa se digieren mejor que las con mayúsculas.
Del sofá a la sobremesa
Antes, los rombos eran una frontera. Ahora, son una puerta abierta con un cartel de “pasa, pero sé consciente”. Aquellos niños que se escondían detrás del sofá son hoy adultos que entienden que disfrutar un vino no es exceso, es madurez. Que la moderación no mata la diversión, la prolonga. Y que no hace falta esconderse para saborear lo bueno, solo hacerlo con cabeza.
Así que sí, ponemos dos rombos ♦♦ en nuestros artículos sobre vino, destilados, o cualquier tema con más cuerpo que un refresco, no por obligación sino por coherencia. Porque amamos el ritual, la historia, el sabor, y esa sensación de que hay cosas que solo se disfrutan cuando uno ya ha cumplido los dieciocho.
Los dos rombos ♦♦ de mariacong.com no censuran, celebran. Celebran la cultura del vino, la elegancia del tiempo, y la sabiduría de no mezclarlo todo (ni en la copa ni en la vida). Así que si los ves parpadear en tu pantalla, no te alarmes: no es una advertencia, es una bienvenida. Una invitación a leer con criterio, a brindar con moderación. A recordar que el mejor maridaje del mundo es el de la información bien contada y una sonrisa bien puesta.
Salud, y que nunca falten ni el vino, ni el humor, ni los rombos.




