Un estudio reciente, publicado en la Revista Nature, ha demostrado que el uso de humedales y microalgas puede ser clave para reducir las emisiones de carbono en la industria del vino. Los investigadores consideran estos resultados como una “llamada a la acción” para proteger el medio ambiente para las futuras generaciones. La investigación, publicada en Nature, sugiere que las bodegas deberían adoptar estas innovaciones para disminuir significativamente su huella de carbono.
El estudio, titulado “La ecoinnovación minimiza la huella de carbono de la producción de vino“, destaca que muchos estudios previos no han tenido en cuenta los recursos en prácticas agrícolas, ni las emisiones biogénicas y las aguas residuales al evaluar la huella de carbono total de una bodega. Este enfoque limitado ha llevado a subestimar el impacto ambiental del proceso de vinificación.
Por lo tanto, los investigadores han decidido demostrar que soluciones innovadoras, como los humedales construidos y el uso de microalgas (conocidas como Phycosol), pueden ser claves para cerrar el ciclo de recursos y reducir las emisiones de CO2.
Según los datos citados, las principales fuentes de emisiones de carbono en la producción de vino se distribuyen de la siguiente manera: la viticultura representa el 27%, la vinificación el 23% y el embotellado un 50%. Sin embargo, el estudio sostiene que las metodologías tradicionales para evaluar las emisiones tienden a subestimar la cantidad total de gases de efecto invernadero generados. Esta subestimación se debe a que no se consideran elementos clave, como el CO2 liberado durante la fermentación, las aguas residuales y los flujos de carbono en el suelo.
Sus autores abogan por una visión más completa del impacto ambiental, incluiyendo estos elementos generalmente olvidados. Además, sostienen que los humedales y el Phycosol, al tratar las aguas residuales, pueden transformar estos residuos en productos útiles, como biofertilizantes, ayudando a mejorar la eficiencia de las bodegas en la reducción de emisiones de carbono.
Los humedales y las microalgas representan una solución innovadora, que aprovecha recursos que, de otro modo, se considerarían desechos. Estas tecnologías ayudan a reducir la huella de carbono al procesar las aguas residuales de las bodegas y convertirlas en subproductos útiles. Así, se logra una economía circular en la que nada se desperdicia. Además, las microalgas, como Phycosol, tienen la capacidad de absorber CO2 durante su crecimiento. Esto las convierte en una herramienta poderosa para mitigar las emisiones.
El estudio subraya que la industria del vino tiene una gran relevancia global, por lo que cada pequeña mejora en las prácticas sostenibles puede tener un impacto significativo a nivel mundial. Según la investigación, la vinificación y el embotellado representan el 85% de la huella de carbono de una botella de vino. Aunque la viticultura también es una parte importante, cualquier reducción en las emisiones ayudará a las bodegas a cumplir con sus objetivos ecológicos.
Los investigadores señalan que pequeños cambios, aplicados en numerosas bodegas, pueden sumar una gran reducción en las emisiones totales de la industria. Si cada bodega adopta mejoras, aunque sean pequeñas, el efecto acumulativo puede ser considerable en un contexto global. Esta idea refuerza la importancia de aplicar prácticas sostenibles a gran escala para generar un impacto tangible.
Para los autores, la clave está en un enfoque más integral. Que se consideren todos los aspectos del proceso de producción de vino. Desde el cultivo de la vid hasta el embotellado final. Las prácticas sostenibles deben integrarse en cada etapa. Esto no solo incluye el uso de tecnologías innovadoras como los humedales y las microalgas. También la adopción de prácticas agrícolas que minimicen las emisiones y la gestión eficiente de los residuos.
El estudio destaca la necesidad de repensar las metodologías de evaluación del impacto ambiental. Incluir elementos que tradicionalmente se han pasado por alto. Por ejemplo, las emisiones derivadas de la fermentación y la gestión del suelo tienen un papel importante en la huella total de carbono. Aunque a menudo no se consideran en las evaluaciones convencionales. Un enfoque más amplio y detallado puede ayudar a identificar nuevas áreas de mejora y potenciales soluciones sostenibles.
Al final de la investigación, los autores hacen un llamamiento a legisladores, partes interesadas de la industria y la comunidad científica, para que consideren estos hallazgos como una llamada urgente a la acción. La adopción de prácticas sostenibles y tecnologías ecológicas no solo beneficiará a la industria del vino, sino también al sector agrícola en general, promoviendo un futuro más sostenible.
El estudio concluye: “Al abrazar la ecoinnovación, podemos llevar a la industria del vino, y de hecho a todo el sector agrícola, hacia un futuro donde la sostenibilidad no sea solo una aspiración, sino una práctica realizada, asegurando la preservación de nuestro planeta para las generaciones futuras”.
La importancia de la innovación ecológica en la reducción de las emisiones de carbono no puede subestimarse. Este estudio demuestra que la integración de tecnologías como los humedales y las microalgas ofrece soluciones prácticas para cerrar el ciclo de recursos y mitigar el impacto ambiental. Además, resalta la necesidad de una evaluación más holística del impacto ambiental de la producción de vino, considerando aspectos tradicionalmente ignorados como las emisiones biogénicas y las aguas residuales.