Hay tomates guapos que parecen de pasarela y luego no tienen conversación en el plato. Brillantes, lisos, simétricos e insípidos. Y luego está el Tomate Feo de Tudela, con sus cicatrices, curvas y arrugas orgullosas. No gana concursos de belleza, pero arrasa en sabor. Y lo mejor: tiene cofradía, fiesta y hasta desfile propio.
El pasado 30 de agosto, Tudela celebró el tercer capítulo de la Cofradía del Tomate Feo de Tudela. Una cita que ya es tradición y que este año reunió a más de 20 cofradías gastronómicas hermanadas, desde el Queso Idiazabal hasta la Anchoa de Cantabria.
El evento comenzó con un desayuno de campeonato en el Hotel Restaurante Remigio, con Luis Salcedo y familia a la cabeza. Hubo migas bardeneras, quesos, tomate feo con sal y aceite, tostadas con foie, brik frito de huevo y panceta, tartas, magdalenas y vinos de la Bodega Príncipe de Viana. Porque aquí hasta el desayuno es fiesta mayor.
Tras el pasacalles con gigantes y gaiteros, el acto oficial tuvo lugar en el Ayuntamiento, con autoridades y nombramientos: Germán Martínez Pozos como Embajador, Álex Espinosa Fiel como Cofrade de Mérito (con jotas incluidas al Tomate Feo) y Gregorio Aguado Zardoya como Cofrade de Honor.
Después, más música, más desfile y parada en la Plaza de los Fueros, donde bares y pintxos con tomate feo dieron la bienvenida antes de la gran comida: crema de calabacín, medio tomate feo con mermelada de sus pieles, pochas con hongos, jarrete de cordero al chilindrón y postres varios, maridados con vinos de Bodega Inurrieta.
¿Por qué tanto amor a un tomate feo?
Porque aquí lo feo es sinónimo de auténtico. En un mercado que idolatra tomates perfectos, el feo de Tudela defiende lo que importa: sabor intenso, aroma fresco, carne jugosa. Lo mismo que esas personas que no ganan en guapos, pero sí en simpáticos.
Ya sabes, mejor feo y sabroso que guapo y aburrido.
Turismo, identidad y gastronomía
La fiesta del tomate feo no es solo horticultura: es cultura, turismo y comunidad. Conciertos, feria de productos Reyno Gourmet en la Plaza de los Fueros, bares con pintxos, vinos y esa sensación de orgullo compartido.
La Cofradía del Tomate Feo ha convertido lo imperfecto en marca de identidad. Un ejemplo de cómo la gastronomía local puede generar valor, atraer visitantes y fortalecer la cultura del producto de kilómetro cero.
Feo pero con carácter
- En el plato: aliñado con AOVE y sal, en ensaladas o con mermelada hecha de sus propias pieles.
- En la cultura popular: símbolo de Tudela, del humor navarro y de la autenticidad frente a la apariencia.
- En el turismo gastronómico: un imán para foodies que buscan experiencias diferentes, reales y sabrosas.
Si Quevedo (el escritor, no el cantante) hubiese escrito sobre el Tomate Feo de Tudela, seguramente habría sido cruel. Pero aquí preferimos otro enfoque: celebramos lo imperfecto, lo auténtico y lo sabroso.
El Tomate Feo de Tudela no quiere likes de postureo; quiere paladares agradecidos. Así que la próxima vez que veas un tomate arrugado y extraño en la frutería, no lo desprecies. Puede ser más valioso —y mucho más divertido— que cualquier guapo soso de estantería.