La cuesta de octubre es peor que la primera factura de gas con calefacción encendida. Y no lo digo yo, lo dice tu tarjeta de crédito que tiembla como si Gila llamara por teléfono desde el frente:
—“¿Es el enemigo? Oiga, ¿me pueden fiar una botella de Ribera?”
Entras al súper y la sección de vinos se convierte en un Escape Room. Carteles amarillos que gritan “OFERTA”, señoras que recitan el precio de memoria como si fueran Le Luthiers.
Y en tu cabeza no para de sonar la canción de Almodovar:“Gran ganga, gran ganga, soy de Teherán. Calamares por aquí, boquerones por allá…”
Entre detergentes y galletas, aparece el pasillo del vino. Y ahí empieza la verdadera guerra de supervivencia: qué botella llevarse sin hipotecar el mes.
Botellas que merecen el hueco en tu carrito
Protos Roble (Ribera del Duero) – 9,90 € aprox.
Por qué elegirlo: es fiable, reconocible y se encuentra en casi todos los lineales. Es como ese ex que siempre vuelve: nunca sorprende, pero tampoco decepciona. Perfecto para el guiso del domingo o la cena improvisada.
Viña Pomal Crianza (Rioja) – 9 € aprox.
Por qué elegirlo: clásico riojano que no falla, como Raphael en Nochebuena. Crianza equilibrado que gusta tanto al cuñado experto como a la suegra que dice “a mí el vino me da dolor de cabeza”. Ideal para quedar bien sin complicarte.
Martín Códax Albariño (Rías Baixas) – 12 € aprox.
Por qué elegirlo: frescura gallega en botella. Sabe a playa, marisco y gaitas épicas de Carlos Núñez. Lo abres y ya no importa que fuera llueva como en Los Otros.
Marqués de Riscal Verdejo (Rueda) – 8 € aprox.
Por qué elegirlo: el verdejo “de manual”. Ligero, fresco y perfecto para miércoles con prisas. Como un hit de reguetón: rápido, pegadizo y fácil de recordar.
Freixenet Elyssia Gran Cuvée (Cava) – 11 € aprox.
Por qué elegirlo: porque hasta en octubre hay que disfrutar de las burbujas. Es cremoso, elegante y convierte cualquier cena gris en videoclip de Karol G.
Enate Rosado Cabernet (Somontano) – 7,50 € aprox.
Por qué elegirlo: rosado con cuerpo, alegre y con etiqueta bonita. Amaral lo cantaría: “Sin ti no soy nada…”. Perfecto para cenas informales con amigos.
LAN Crianza (Rioja) – 10 € aprox.
Por qué elegirlo: un vino honesto, siempre disponible y muy estable en calidad-precio. Si Protos es tu ex, LAN es el colega que nunca falla.
Cuatro Pasos (Bierzo, Mencía) – 9–10 € aprox.
Por qué elegirlo: alternativa para escapar del Tempranillo. Fresco, frutal y con ese aire noroeste que sabe a carretera secundaria y canción de Sabina.
Cune Crianza (Rioja) – 9–10 € aprox.
Por qué elegirlo: clásico de barra española. Es como escuchar a Serrat en la radio del taxi: nunca pasa de moda.
Tío Pepe Fino (Jerez) – 8–9 € aprox.
Por qué elegirlo: un Fino en la mesa convierte unas croquetas en alta cocina. Es seco, fresco y te traslada a la Feria de Abril sin salir de tu piso.
Sí, en octubre da miedo mirar el ticket. Pero estas botellas son el comodín perfecto: vinos de súper que saben a más de lo que cuestan. No son “vinos de supermercado” en plan cutre, son vinos que te hacen pensar que quizás la cuesta no es tan empinada.
Ya sabes:
—“El vino no te soluciona la vida… pero al menos hace que las facturas se lean en cursiva.”
Qué vino comprar en el súper este octubre no es ciencia de cohetes. Es elegir botellas accesibles, fiables y con historia. Algunas suenan a Sabina, otras a Rosalía y otras a Les Luthiers desafinando en un festival.
La clave: que no te hagan llorar en caja. Y si lloras, que sea de risa.