Si creías que lo habías probado todo en el mundo de los destilados, prepárate para un viaje alucinante. Porque hay bebidas que pocos conocen y que, sin embargo, son auténticas joyas líquidas. Así que ponte cómodo, coge una copa y descubre estos destilados que, quizá, no sabías que existían.
Awamori – El alma de Okinawa
Empezamos en Japón, pero no en cualquier sitio, sino en Okinawa. Allí, el awamori es casi una religión. Se destila a partir de arroz de grano largo y un hongo llamado koji negro, que le da un sabor único. Se deja envejecer en vasijas de barro y, como el buen vino, mejora con el tiempo. ¿Cómo se bebe? Con agua y hielo, en cócteles o, para los más valientes, solo.
Tsipouro – El golpe helénico
Desde Grecia llega el tsipouro, un destilado de orujo que, según los monjes ortodoxos, se inventó en el siglo XIV. Puedes tomarlo puro o con anís, pero siempre bien frío y acompañado de un buen meze griego. En Creta, su primo más rústico se llama tsikoudia, y es de los que te calientan el alma en invierno.
Šljivovica – El elixir de los Balcanes
Este destilado de ciruela es un icono en Serbia, Croacia y otros países balcánicos. Dependiendo de la tradición, se destila una o varias veces y, si se deja reposar en barricas de roble, gana en profundidad. Se sirve frío y en vaso pequeño, pero cuidado, que su potencia no es broma.
Sotol – El primo salvaje del tequila
El sotol es un destilado mexicano que muchos confunden con el tequila o el mezcal, pero no, tiene su propia personalidad. Se elabora con la planta Dasylirion, y su proceso de producción es similar al del mezcal: se cuece, fermenta y destila. Su sabor es ahumado, suave y con un toque herbal. En México, lo beben solo o en cócteles sorprendentes.
Lambanog – La locura filipina
Si te gusta la fuerza de los destilados, prueba el lambanog filipino. Se elabora con la savia fermentada de la palma de coco y tiene un golpe contundente. Antiguamente lo hacían los agricultores, pero ahora su producción se ha refinado. Se bebe solo o en cócteles tropicales que te llevan directo a una playa paradisíaca.
Rakija – El fuego de los Balcanes
Otra joya del Este de Europa. Rakija es el término que engloba a un montón de aguardientes de frutas: de ciruela, pera, manzana, albaricoque… Su graduación oscila entre el 40% y el 60% ABV. En Serbia y Croacia, tomar rakija es casi un ritual. Se bebe sola y siempre con brindis de por medio.
Pálinka – La esencia de Hungría
La pálinka es la versión húngara de la rakija, pero con denominación de origen. Solo puede producirse en Hungría y con frutas cultivadas en el país. Se destila una vez y se deja reposar al menos tres meses. Se recomienda tomarla a temperatura ambiente en una copa tulipa, para disfrutar de todos sus matices.
Marillenschnaps – Austria en un sorbo
Este aguardiente de albaricoque es un tesoro austriaco. Su mejor versión viene de Wachau, donde los albaricoques son famosos por su dulzura. Se destila dos veces y el resultado es una bebida intensa, con notas frutales y un final largo. Se toma solo, pero también en cócteles elegantes.
Żubrówka – Vodka con historia
Polonia nos trae un vodka muy especial: la Żubrówka, o vodka de hierba de bisonte. Cada botella lleva una brizna de esta hierba, recolectada en el bosque de Białowieża, donde aún vagan los bisontes. Su sabor es suave, con notas herbales y un toque de vainilla. Se bebe sola, con hielo o mezclada con zumo de manzana, en el clásico cóctel Tatanka.
Shōchū – El destilado japonés más popular
Terminamos en Japón con el shōchū, que, aunque no es tan famoso como el sake, allí es más consumido. Se elabora con cebada, batata o arroz, y su graduación ronda el 25%. Lo curioso es que son destilados que se toman de mil formas: solo, con hielo, con agua caliente, fría o incluso con té. Versátil y delicioso.
Así que ya sabes, si quieres impresionar en tu próxima reunión, olvida la ginebra y el whisky de siempre. Saca una de estas joyas, cuéntales la historia y disfruta del asombro en sus caras. ¡Salud!