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Los grandes brindis de la historia, copas que cambiaron el mundo

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Hay momentos que merecen un brindis y otros que no existirían sin él. Desde reyes hasta negociadores políticos, las copas han sellado pactos, amistades y, por qué no, alguna que otra tregua. Te invitamos a descubrir algunos de los brindis más icónicos de la historia. ¡Prepara tu copa!

Imagina esto: 1815, el Congreso de Viena. Diplomáticos de toda Europa, reunidos tras las guerras napoleónicas, buscando restablecer el orden. El brindis final marcó el inicio de una nueva era. Copas alzadas, y el champán Moet Chandón, que le fue requisado a Napoleón, fue testigo del nacimiento de la paz.

A veces, las burbujas son más poderosas que los cañones.

Thomas Jefferson, amante del vino y tercer presidente de Estados Unidos, organizó cenas legendarias. Una, en particular, cambió el rumbo de su país. En 1790, durante una de sus veladas, se cerró un acuerdo clave sobre la capital federal. Las copas, de  Chateau Lafite, alzadas en su mesa sellaron el pacto.

Ya sabes, un buen vino abre más puertas que un discurso.

El rey Eduardo VII de Inglaterra sabía cómo celebrar. Durante una visita a Francia en 1903, brindó junto al presidente Loubet, con champán Joseph Perrier,  proveedor de la casa real en aquel entonces. Este gesto diplomático relajó tensiones y marcó el inicio de la “Entente Cordiale“.

A veces, el espíritu burbujeante es todo lo que se necesita para romper el hielo.

En plena Segunda Guerra Mundial, Churchill y Roosevelt compartieron muchos brindis. Uno en particular, en 1941, selló la “Carta del Atlántico”. Unas copas de Pol Roger y un guiño sellaron el compromiso. ¡Nada mal para dos grandes líderes! Tampoco dudamos que disfrutasen de alguna copa de Jhonnie Walker Black Label, el whisky favorito de Churchill para desayunar.

Las películas también tienen brindis inolvidables. Piensa en “Casablanca”. El clásico “As Time Goes By” sigue siendo un homenaje al amor perdido. Otro ejemplo: “El Gran Gatsby“, donde el champán fluye como ríos, en fiestas que desafían la realidad.

El cine nos enseña que cada copa cuenta una historia.

Incluso fuera de este mundo hay motivos para brindar. En 1969, los astronautas del Apolo 11 hicieron historia al pisar la Luna. Pero también celebraron a su manera. De vuelta a la Tierra, esperemos que brindasen con una botella de Don Perignon, cedida por J. F. K., para marcar su hazaña.

Nada dice “hemos conquistado el espacio” como una buena copa de champán.

Cada brindis, desde el más solemne hasta el más festivo, tiene un propósito. Nos une, nos celebra y nos recuerda lo que importa.

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