España produce casi la mitad del aceite de oliva del mundo (según el Consejo Oleícola Internacional) y cuenta con una diversidad de variedades que va mucho más allá de la típica botella de “virgen extra”. Cada tipo de oliva tiene su personalidad: aromas, notas de sabor, estabilidad al calor y, sobre todo, un uso ideal en la cocina. Conocerlas ayuda a elegir el aceite perfecto para cada plato.
Picual: potencia y resistencia al calor
Originaria sobre todo de Jaén, Granada y Córdoba, es la variedad más abundante del mundo. Rica en polifenoles (antioxidantes naturales) y muy estable frente a altas temperaturas, es ideal para freír, guisar y saltear. Tiene un sabor marcado, con notas de hierba, hoja de olivo y un toque amargo.
El chef Dani García la utiliza para frituras ligeras porque aguanta bien sin perder calidad.
Arbequina: dulzor y suavidad
Común en Cataluña, Aragón y Baleares, es la más delicada: de sabor suave, con notas de manzana y almendra. Su baja estabilidad térmica la hace perfecta para salsas frías, vinagretas, repostería y pescados crudos o marinados.
Muchos cocineros la prefieren para mayonesas caseras porque no aporta amargor.
Hojiblanca: equilibrio versátil
Cultivada en Córdoba, Málaga y Sevilla, combina un toque frutado con un final ligeramente dulce y un leve picor. Es polivalente: funciona en cremas frías (salmorejo, ajoblanco), sofritos y platos al horno, aportando suavidad sin eclipsar al resto de ingredientes.
Cornicabra: carácter para guisos y carnes
Procedente de Toledo y Ciudad Real, es intensa, con amargor y picor equilibrados. Su riqueza en antioxidantes le da gran estabilidad, perfecta para cocción lenta, asados y guisos de cuchara.
En la cocina tradicional castellana es la favorita para pucheros y carnes de caza.
Empeltre: dulzura para aliños y confitados
De Aragón, Navarra y La Rioja, destaca por su suavidad y notas dulces. Es ideal para aliñar ensaladas, confitar vegetales o pescados y para repostería, ya que aporta grasa sin dominar el sabor.
Se usa también en aceites aromatizados con hierbas o cítricos.
Royal: una joya exclusiva de Jaén
La Royal de Cazorla es una variedad autóctona poco común, con un aceite muy aromático, notas de frutas maduras y una sensación dulce en boca. Es perfecta para platos fríos, tostadas y terminaciones en crudo, donde su aroma puede lucir sin ser enmascarado.
Muchos productores la embotellan como monovarietal premium, ya que es muy valorada por su rareza y delicadeza.
Manzanilla Cacereña: frutal y elegante
Común en Extremadura, da un aceite frutado y suave, con un ligero toque de frutos secos. Se usa sobre todo en ensaladas, pescados al vapor y postres lácteos, donde aporta complejidad sin sobrecargar.
Lechín: para aderezos con carácter
Presente en Sevilla y Cádiz, produce aceites ligeramente amargos, con notas de hierba y alcachofa. Es perfecto para aderezar verduras a la plancha o carnes blancas, y muy usado en cocina andaluza tradicional.
Cómo elegir y conservar el aceite
- Para frituras y guisos: Picual y Cornicabra (estables y ricos en antioxidantes).
- Para aliños, postres y pescados delicados: Arbequina, Empeltre y Royal.
- Para asados y platos de cuchara: Cornicabra, Hojiblanca y Lechín.
- Para ensaladas y platos fríos con contraste: Manzanilla Cacereña y Royal.
Conserva siempre el aceite en botellas opacas, en lugar fresco y sin luz directa, para evitar que pierda aroma y propiedades.
Para Joan Roca, “elegir el aceite correcto es tan importante como elegir un buen vino”. Ferran Adrià lo define como “el hilo conductor de la cocina mediterránea”. En restaurantes de vanguardia se hacen incluso catas de aceite y maridajes con platos, donde variedades como Royal o Empeltre se presentan como si fueran un vino de autor.