Bienvenidos a la batalla definitiva: tú, tu copa de vino y ese cuñado que cree que es Robert Parker reencarnado en Albacete. Ese que cuando le sirves un Rioja te dice “esto huele a establo, pero bien”. Cuando le das un Chardonnay murmura “demasiado tropical, me recuerda a una piña colada barata”. Sí, ese. Hoy aprenderás a esquivarlo, desarmarlo y, sobre todo, a hacer que la botella se acabe antes de que siga hablando.
La gran entrada: el cuñado en acción
Hay dos tipos de cuñados vinícolas:
- El posturetas: Nunca ha probado un Grand Cru, pero lo menciona en cada conversación.
- El terminator del vino: Si no es biodinámico, fermentado en ánfora y bendecido por monjes tibetanos, no es vino.
El problema no es que sepan de vino (ojalá). El problema es que creen que saben más que nadie y lo van a demostrar a toda costa.
Primera frase lapidaria:
“Yo de vinos sé un poco, he hecho un curso.”
Respuesta ingeniosa:
“Ah, como el carné de conducir, ¿no? Que lo sacas y crees que ya puedes ganar un Gran Premio de Fórmula 1.”
Los errores de bodega del cuñado ilustrado
Aquí viene lo bueno. El cuñado sumiller de Wikipedia suele cometer errores de primero de enología, pero con una seguridad que ni un político en campaña.
Error 1: “Yo solo bebo vinos sin sulfitos, porque los sulfitos dan resaca.”
Realidad: Todos los vinos tienen sulfitos, incluso los naturales. La resaca te la da la botella entera que te has bebido, campeón.
Contraataque:
“Sí, claro, y el azúcar de los donuts tampoco engorda si lo comes despacio.”
Error 2: “El vino blanco no envejece bien.”
Realidad: Díselo a un Domaine de la Romanée-Conti Montrachet o a un buen Dorado de Rueda, que pueden envejecer mejor que Paul Newman en El golpe.
Contraataque:
“Pues díselo al Castillo de Ygay blanco… pero con respeto, que igual tiene más años que tú.”
Error 3: “Los vinos caros son siempre mejores.”
Realidad: Hay vinos carísimos que saben a madera disfrazada y vinos baratos que son joyas escondidas. Un La Fillaboa 1898 2016, por 55€, le da una bofetada con la mano abierta a muchos de 300 €.
Contraataque:
“Claro, como los coches… Un Lada Niva tuneado puede costar más que un BMW, pero sigue siendo un Lada, amigo.”
Error 4: “Este vino tiene muchas lágrimas, eso es que es bueno.”
Realidad: Las lágrimas dependen del alcohol y la glicerina, no de la calidad del vino. Es como decir que un coche es mejor porque consume más gasolina.
Contraataque:
“Claro, y cuanto más grande es el anillo de compromiso, más dura el matrimonio, ¿no?”
Cómo hacer que la botella se acabe antes de que siga hablando
Aquí la estrategia es clara: distraer, servir y desaparecer.
✔️ Opción 1: El brindis eterno
“Venga, que brindemos otra vez, que no hemos hecho uno por el gato.” (Y sirves más vino mientras habla de la importancia del brindis en la Antigua Roma.)
✔️ Opción 2: El juego de cata express
“A ver, adivina la uva a ciegas. Si aciertas, te sirvo más.” (Spoiler: fallará y mientras lo intenta, la botella baja.)
✔️ Opción 3: La copa “con truco”
Sirve su copa hasta arriba: cuanto más tenga que beber, menos tiempo tendrá para hablar.
✔️ Opción 4: La técnica Houdini
Justo cuando empieza su monólogo sobre la mineralidad, coge la botella y desaparece con ella. Si te pregunta, di que la has puesto a decantar (aunque sea un blanco joven).
Resumen para la vida
Si te toca cena con un cuñado experto en vino, recuerda:
- No discutas, ataca con ironía.
- Haz que hable mientras tú bebes.
- Sirve y huye.
- Y, sobre todo, no le presentes a otro cuñado vinatero, porque eso puede acabar en tragedia.
Así que la próxima vez que alguien te diga “este vino tiene notas de grafito con un toque de cuero de silla de montar”, responde:
“Yo solo sé que está rico. ¿Otro brindis?”Y ahí, amigo mío, habrás ganado la batalla. Salud.