Argentina se presentó en Madrid con el alma desplegada. Y no hizo falta avión, ni mate, ni tango de Gardel. Bastó una copa para sentir la inmensidad de un país que huele a tierra, viento y promesa.
El Espacio Forbes se transformó por unas horas en un mapa sensorial. Treinta y seis bodegas latiendo en un mismo idioma, el del vino. De Cuyo a la Patagonia, del Noroeste al Atlántico.
El Primer Salón de Vinos de Argentina en España, organizado por Pilar Oltra (Vinology) y Daniel Perchante (Expediciones del Vino), con el apoyo de la Embajada de la República Argentina, fue mucho más que una degustación. Fue un viaje, una geografía líquida.
La inauguración, presidida por el embajador Wenceslao Bunge, confirmó lo que las copas ya sabían: Argentina vino para quedarse.
Mendoza: el corazón que nunca se apaga
Mendoza es la capital del vino argentino. Sus viñas miran a los Andes, donde el sol y el agua del deshielo dictan el ritmo. Aquí el Malbec no es solo una uva: es una patria líquida.
Achaval Ferrer Finca Mirador 2021 (Achaval Ferrer) abre el viaje como una película de planos largos. Profundo, elegante y con la melancolía de In the Mood for Love. Es un vino que no se bebe: se contempla.
Luego llega Cheval des Andes 2022 (Cheval des Andes), nacido de la unión entre Château Cheval Blanc y Terrazas de los Andes. Es el hijo del Médoc y del Valle de Uco, refinado y vibrante, con el porte de un aristócrata que pisa polvo de cordillera.
Ángelica Zapata Chardonnay 2021 (Bodega Catena Zapata) ilumina el recorrido con su madurez y su equilibrio. Tiene la elegancia de una soprano en un teatro vacío: voz, presencia y verdad.
Proyecto Las Compuertas Malbec 1914 (Durigutti Family Winemakers) recupera viñas centenarias en Luján de Cuyo. Es historia embotellada, un vino que huele a herencia y se bebe como una promesa.
Más al sur, As Bravas Malbec El Cepillo 2016 (Bodegas Aleanna) muestra el valor de esperar. Sereno, mineral, con ese silencio de los vinos que han aprendido a escuchar la tierra.
Finca Flichman Microterroir Gravel 2020 (Finca Flichman) combina precisión y emoción. La ciencia y el alma se dan la mano en este Malbec de textura y carácter.
Y de repente, una sonrisa en copa: La Vigilia Rosado 2023 (Bodega La Vigilia), fresco y alegre, el vino que se bebe mientras cae la tarde y el aire se llena de jazmín.
Noroeste: donde el cielo toca la vid
En los Valles Calchaquíes, el cielo parece más cerca. Las viñas crecen entre montañas y polvo dorado, desafiando la altitud. Allí, cada racimo es una conquista.
El Esteco Old Vines Criolla 2021 (Bodega El Esteco) rescata la variedad más antigua del país y la viste de modernidad. Es pura verdad: fruta ligera, textura amable y una elegancia que no necesita ornamento.
El Noroeste argentino no grita: susurra. Los vinos de esta región se beben despacio, como una plegaria que termina en sonrisa.
Patagonia: el viento como perfume
El sur argentino es un territorio de viento y silencio. Entre ríos y estepas, las vides resisten, y en esa lucha nace la belleza.
Otronia 45 Rugientes Corte de Blancas 2021 (Bodega Otronia, Chubut) es una sinfonía polar. Notas de fruta blanca, hierba y una frescura que despierta los sentidos. Un vino que podría haber compuesto Vivaldi con los dedos entumecidos.
Verum Pinot Noir 2023 (Bodega Verum, Río Negro) es todo delicadeza. Cereza, aire y seda. Es un vino que habla en voz baja, con el alma en calma.
Atlántico: la sal hecha vino
En Chapadmalal, frente al mar argentino, Costa & Pampa (Bodega Trapiche) cultiva las primeras viñas con alma oceánica. Allí la brisa es un ingrediente más. Los vinos nacen frescos, con sal y una acidez viva que sabe a horizonte. Son vinos que suenan a espuma y se beben como un paseo por la orilla.
Epílogo: certezas, alturas y despedidas
El viaje termina entre certezas y alturas.
Certezas 2022 (La Coste de los Andes) es un vino firme, de carácter, con la serenidad de quien no duda.
Chacayes 2022 (Piedra Negra) encarna el poder del Valle de Uco, con nervio y precisión.
Isca Syrah-Viognier 2019 (Mauricio Lorca) es poesía en violeta: fuerza y perfume en equilibrio.
Alvional Gualtallary Malbec 2019 (Huentala Wines) rinde homenaje a la piedra y a la altura, un vino que parece respirar a 1.400 metros sobre el nivel del mar.
Argentina no cabe en una copa, pero este salón lo intentó.
Y lo consiguió. Porque en cada vino había un pedazo de cielo, de polvo, de fuego y de piel. Un país que se bebe como se recuerda un viaje: con los ojos cerrados, y el corazón abierto.