Olvídate de los Sanfermines empezando con el chupinazo. En Pamplona, la fiesta empieza cuando las Peñas sacan sus mejores armas. pancartas, cucharas de palo y toneladas de alegría. Y el pasado sábado 28 de junio, lo dejaron claro en una jornada calurosa, muy calurosa, llena de reivindicación, música y un concurso gastronómico que haría salivar a Goya en bata de cocinero.
El entorno de la Plaza de Toros de Pamplona fue escenario de una mañana para recordar: presentación de las míticas pancartas que llenarán de color las fiestas, manifestación contra las agresiones sexuales —porque no todo es fiesta, también hay conciencia— y una tradición que huele a gloria: el Concurso de Calderetes de las Peñas.
Sí, sí: calderetes. Esa receta de cuadrilla, de campo, de domingo sin prisas. En Navarra son arte, son ADN. Y este año se presentaron 10 propuestas tan distintas como ricas, con ingredientes que iban desde la costilla de cerdo hasta el cordero, pasando por unos caracoles que entraban con más ritmo que los de la txaranga.
El jurado fue de altura… y de sombra. Porque en pleno junio pamplonés, evaluar calderetes bajo el sol equivaldría a cocerse por dentro como una patata mal pelada. María Teresa Jaberri, ama de casa y gastrónoma; Miguel Iñigo Noain, médico y gastrónomo; Carlos Cortaire Aristu, agente comercial y gastrónomo; y José Antonio Cruz, publicista y gastrónomo, fueron los valientes catadores de la jornada.
Con cucharón firme y paladar entrenado, no hubo apenas discusión: el fallo fue unánime.
- 🥉 Tercera clasificada: Peña El Charco
- 🥈 Segunda clasificada: Peña Rotxapea
- 🥇 Ganadora absoluta: Peña Donibane
Según el portavoz del jurado, José Antonio Cruz, la clave fue clara: la patata, ese ingrediente humilde que en un calderete bien hecho no es acompañamiento, es protagonista. La de la Peña Donibane estaba, en sus palabras, “estupenda”. Y no seremos nosotros quienes le llevemos la contraria.
Porque sí, en Pamplona puedes bailar, cantar, reivindicar y chuparte los dedos sin cambiar de escenario. La música en vivo y los bailables pusieron el broche de oro a esta jornada donde la comunidad, la cocina tradicional y la alegría colectiva se mezclaron como ingredientes en un buen sofrito.
Los calderetes, como las fiestas, son de todos. Y cada cucharada sabe a historia, a cuadrilla, a campo, a fuego lento y a ganas de vivir.
Así que ya lo sabes: si quieres saborear San Fermín desde dentro,pero de verda, empieza por los calderetes. Y no olvides mirar más allá del toro: ahí están las Peñas, haciendo del comienzo de julio una fiesta con sabor a hogar, pancarta al viento y patata como reina.
Apúntalo ya: el año que viene, más y mejor.
Porque donde hay una buena patata… hay esperanza.